Erdogan se jacta de haber ganado un pulso a EE.UU. y varios aliados

El máximo dirigente turco Recep Tayyip Erdogan se ha tomado como una gran victoria que los embajadores de Estados Unidos y otros nueve países occidentales amenazados de expulsión hayan publicado una nota en la que prometen no inmiscuirse en los asuntos internos de Turquía. Los embajadores habían pedido la puesta en libertad de un dirigente que reclama la democratización del país lo que suscitó una reacción colérica del autócrata turco. «Creemos que estos embajadores ahora serán más cuidadosos en sus declaraciones», dijo este lunes Erdogan en una intervención televisada después de la reunión del gobierno.

Estados Unidos y la decena de países occidentales publicaron ayer en redes sociales una somera aclaración que permite al máximo dirigente turco dar por resuelto el incidente y a todos evitar una crisis diplomática de gran envergadura entre Turquía y sus principales aliados dentro de la OTAN. Para Erdogan se trata de un desenlace que refuerza su posición, ahora que las tensiones que provocan sus decisiones en política económica están generando gran preocupación en los medios de negocios del país.

La embajada norteamericana en Ankara publicó ayer un tuit de apariencia muy solemne en el que se limitaba a decir en turco y en inglés lo siguiente: «En respuesta a las dudas sobre el comunicado del pasado 18 de octubre, Estados Unidos hace notar que mantiene el cumplimiento del Artículo 40 de la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas».

La referencia al artículo 41 de la Convención de Viena se refiere a que los diplomáticos deben abstenerse de interferir en los asuntos internos del país donde residen. La semana pasada, las embajadas de Estados Unidos, Canadá, Francia, Finlandia, Dinamarca, Alemania, Holanda, Nueva Zelanda, Noruega y Suecia pidieron la liberación del empresario Osman Kavala en una declaración conjunta. En respuesta, Erdogán proclamó en un acto público que estaba tramitando la declaración de «persona non grata» a los embajadores de todos estos países.

Paso atrás

Para Erdogan, la «rectificación» de los occidentales «muestra que han dado un paso atrás en la difamación contra Turquía» y que «aquellos que han manejado a nuestro país como han querido en el pasado entraron en pánico cuando Turquía tomó su propia posición». En su discurso no escatimó pronunciamientos de fuerte contenido patriótico pasando por encima de todas las críticas que se puedan hacer a su forma de monopolizar el poder. Erdogan sostuvo que «los jueces de Turquía no reciben órdenes de nadie y era mi deber como jefe de Estado dar la respuesta necesaria a esta falta de respeto». Y para que los diplomáticos se abstengan de hacer algo parecido en el futuro, dejó claro que «cualquiera que no respete la independencia de nuestro país y las sensibilidades de nuestra nación, no importa cuál sea su título, no puede acogido en Turquía».

Da la impresión de que este acceso de cólera de Erdogan no tenía como objetivo llevar las cosas al extremo y la declaración que han publicado las embajadas (mensajes similares al de la representación norteamericana o simple redifusión del mismo texto) pero le han servido para permitirle no tener que cumplir su palabra de expulsarlos y aparecer al mismo tiempo como gran vencedor en el pulso.

Erdogan ha ganado este pulso que había creado él mismo gracias a que a nadie le conviene en estos momentos elevar las tensiones con un miembro tan relevante de la Alianza Atlántica. A cambio de evitar esta crisis, sin embargo, el máximo dirigente turco puede sentirse muy reforzado en momentos en los que la mala situación económica está erosionando su popularidad. Erdogan mantiene así su agenda alejada de los intereses occidentales y tiene previsto hoy martes viajar al vecino Azerbaiyan, por tercera vez desde la guerra de este país contra Armenia en junio, cuyo resultado fue la conquista del territorio de Nagorno Karabaj.

Kavala, empresario y activista

Kavala es un empresario turco, ha estado encarcelado durante cuatro años por haber participado en las protestas pro-democráticas del parque Gezi de 2013 y los disturbios posteriores que fue liberado y vuelto a encarcelar bajo acusaciones más graves de implicación en el intento de golpe de Estado de 2016. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha pedido su puesta en libertad. Sin embargo, por alguna razón Erdogán se sintió especialmente ofendido por la carta de las embajadas y obligó a reaccionar al Ministerio de Exteriores que a su vez publicó una carta en la que se quejaba de que «un grupo de embajadores en Ankara que emitieron un comunicado conjunto, contrario a las prácticas diplomáticas, sobre un caso en curso en nuestro país, fueron convocados al Ministerio de Relaciones Exteriores» donde se les informó de que «esa inaceptable declaración que intenta politizar los procesos legales y presionar al poder judicial turco ha sido rechazada, puesto que también es contraria al Estado de derecho, democracia que los embajadores dicen defender». El ministerio insistía en proclamar que «según nuestra constitución, Turquía es un Estado democrático de derecho que respeta los derechos humanos, y por ello reiteramos que el poder judicial turco no se vería afectado por declaraciones tan irresponsables».

 

Fuente: https://www.abc.es/internacional/

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