Un liderazgo sólido “fundamentado en la transparencia” “la ética y la eficiencia” se impuso en las elecciones de 2024

 

 

 

 

El Horizonte, Santo Domingo RD.- Un sólido liderazgo político construido sobre la base de La Trasparencia, La Ética y La Eficiencia implementada como un novedoso estilo y cultura de gobierno a partir del 16 de agosto del 2020, por el presidente Luis Abinader, fue el ganador por excelencia de las elecciones recién pasadas de febrero y mayo, estilo y liderazgo que debe imponerse de manera permanente y definitiva, contra viento y marea, como norma invariable en la administración de los intereses del Estado y en el quehacer político de nuestro país, con una respuesta imperiosa a la necesidad, urgente de adecentar el comportamiento y la conducta de una gran parte de nuestro liderazgo político y funcionarios estatales.

En ese orden, se requiere aumentar y afianzar los controles y la cultura que promuevan y consoliden el manejo ético y trasparente de los Bienes Públicos y el buen hacer, en las acciones políticas y partidarias, como contraparte a las manipulaciones oprobiosas, las falacias, las detracciones perversas a personas e instituciones, cargadas de odios y resentimientos, a la demagogia, y la falta de respeto a valores, conductas y dignidades, de manera olímpica, así como a la corrupción, la malversación y la impunidad que corren, contaminan y dañan la democracia, la economía, el orden y el buen hacer, requerido de manera urgente para nuestro desarrollo y estabilidad.

No será ocioso que observemos que justamente esas dos conductas o comportamiento público, contrapuestos uno a otro, en el accionar de nuestro liderazgo político, según la percepción de la sociedad y el pueblo, forjaron de manera espontánea dos Ejes fundamentales de atención y preferencia en el escenario político nacional y definieron el curso de los procesos electorales recién pasados, mismos que inducen a los derrotados a no dar treguas y pretender validar su actitud anti política, sustentada en odios, resentimientos y vanidades sin para mientes ni prudencia como si ignoraran que las elecciones ya pasaron.

Esos dos Ejes, fueron lidereados y personalizados, uno por el presidente Luis Abinader y una formidable coalición de organizaciones política y sociales, por un lado, y otro por otro lado por los dos principales partidos de la oposición, La Fuerza del Pueblo y el Partido de la Liberación Dominicana, encabezados por los ex presidentes de la República, Dr. Leonel Fernández y el Lic. Danilo Medina.

Según los resultados de esos procesos electorales, el pueblo dominicano, libre y soberanamente escogió, de manera plebiscitaria, con la aceptación unánime de todos los poderes facticos y el liderazgo social de la nación, y con la opinión de los observadores de la comunidad internacional, al Eje, encabezado por Luis Abinader, en un proceso electoral catalogado como el más organizado y trasparente que se haya celebrado en República
Dominicana y en el que la Junta Central Electoral y el pueblo dominicano, hicieron galas de un manejo ejemplar y una conducta cívica sin precedente en la historia comicial de nuestro país.

Los procesos electorales de febrero y mayo, recién pasados, no han dejado lugar a las dudas en cuanto a las formas en la que el pueblo dominicano, valora y aprecia la gestión de gobierno y el comportamiento personal del presidente Luis Abinader y su familia, cuya conducta le ha merecido, con creces, la más alta estima, confianza y respeto del pueblo, razones éstas, por la que ha sido reconocido con la más alta distinción, no solo por haber sido reelecto a la presidencia de la República, sino como el más sólido y respetado líder político de toda la región del Caribe y posiblemente de América.

Hoy, en nuestro país, se vive la sensación de un nuevo amanecer, lleno de optimismo, esperanza y entusiasmo, convencido de que los resultados de febrero y mayo, ostensiblemente adversos al liderazgo de la oposición, servirán como un claro y contundente mensaje, no solo de sus inocultables errores, sino de la inaplazable necesidad de dar respuesta inmediata a los ingentes reclamos de decencia, por parte de la Sociedad Dominicana, y dar un frenazo al mal hacer, en el que el buen hacer político y moral en nuestro país, venga y se posicione acorde con el interés supremo de fortalecer y consolidar nuestra democracia, la estabilidad y el decoro en nuestro sistema político. Esa debe ser la consigna de todos.

Sin embargo, debemos comprender que aun cuando el presidente Abinader, ha sido revestido del mayor poder y legitimidad política, para tomar acciones difíciles y traumáticas, la realidad es que la historia y circunstancias lo han colocado frente a grandes retos y responsabilidades, mismos que se inician a lo interior de su propio partido, el PRM y sus funcionarios, a los que tiene que poner el ojo, obligados moralmente a ser ejemplos de orden y trasparencia, así como las grandes dificultades que se viven y visualizan en la geopolítica internacional, con Haití al lado, así también con la intolerancia, el oportunismo y la irresponsabilidad de parte del liderazgo opositor cuya ambición y desesperación le conduce a la irracionalidad y las manipulaciones de todas las realidades.

Por: Lic. Julio Altagracia.

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