SÍDNEY (AUSTRALIA).- Las autoridades de Nueva Zelanda pidieron este domingo a los residentes de la Isla Norte, la más poblada del país, que se preparen para la llegada del ciclón Gabrielle, en una región azotada en enero por inundaciones.
Gabrielle, que pierde fuerza en su camino hacia el país oceánico y fue degradado a fuerte tormenta tropical desde ciclón de categoría 2 (sobre un máximo de 5), cambió la víspera repentinamente de rumbo y evitó pasar por Islas Norfolk, administrada por Australia, donde se había declarado la «alerta roja» ante su posible llegada.
La agencia neozelandesa para Control de Emergencia Nacional declaró en la tarde del domingo «como medida de precaución» el Estado de Emergencia en Northland, la parte septentrional de la Isla Norte, vigente durante al menos una semana.
El organismo gubernamental indicó que «las declaraciones de emergencia son relativamente raras en Northland, con solo seis en los últimos 50 años» y que esta medida permite a las autoridades mayores poderes con el objetivo de «proteger vidas» en emergencias.
En esta citada región y en la vecina ciudad de Auckland los efectos de Gabrielle ya se están dejando notar y, según el diario New Zealand Herald, más de 23.000 viviendas se han quedado momentáneamente sin electricidad.
Los servicios de emergencia también han habilitado centros provisionales para que pasen la noche los posibles desplazados.
«Las áreas más afectadas pueden esperar 350-450 mm de lluvia, ráfagas de viento de 120-140 km/h y olas peligrosas e inundaciones costeras, especialmente durante la marea alta”, apuntó Lisa Murray, portavoz del servicio de meteorología, informa New Zealand Herald.
Algunos medios de transporte, como el servicio de ferry, han sido suspendidos, mientras que varias aerolíneas han cancelado rutas a y desde Auckland, entre ellas la compañía Malaysia Airlines, que canceló sus vuelos desde Kuala Lumpur a Auckland entre hoy y el martes, y Air New Zelan, con trayectos nacionales e internacionales.
Auckland, con 1,6 millones de habitantes la urbe más poblada del Nueva Zelanda, se recupera todavía de las inundaciones históricas que golpearon la zona a finales de enero y que dejaron cuatro fallecidos.