RT.- Un tribunal de la ciudad brasileña de Niterói condenó este domingo a la ex diputada federal y líder evangélica Flordelis Dos Santos Souza a 50 años y 28 días de prisión por ordenar el asesinato de su marido, el cantante de góspel y pastor Anderson do Carmo, informan medios locales.
También fue declarada culpable de intento de asesinato con veneno, falsificación de documentos y asociación criminal armada.
Flordelis dos Santos de Souza es una ex miembro de la Cámara de Diputados de Brasil que representó a Río de Janeiro. Su esposo, que en el momento de su muerte tenía 42 años, recibió varios disparos en junio de 2019 cuando regresaba a su casa, que compartía con sus más de 50 hijos, entre biológicos y adoptados.
En 1994, la entonces maestra Flordelis adoptó a 37 niños sin hogar que sobrevivieron a la masacre de la Candelaria, perpetrada el año anterior por paramilitares en contra de un grupo de menores aparentemente involucrados en actividades criminales.
Uno de esos menores adoptados era Anderson Do Carmo, quien más tarde se convirtió en amante de su madre adoptiva. Juntos fundaron la iglesia Comunidade Evangélica Ministério Flordelis, que posteriormente se convirtió en una ‘manzana de la discordia’, de acuerdo a los fiscales.
La investigación del asesinato de Anderson concluyó que la ex diputada financió la compra de armas usadas en el crimen y alertó sobre la llegada de la víctima al lugar donde recibió los disparos. Asimismo, intentó matar a su marido añadiendo veneno a su comida y bebida al menos en seis ocasiones.
Seis personas ya han sido condenadas en el caso. Se trata de dos hijos biológicos de Flordelis, Simone y Flávio dos Santos Rodrigues, que fueron sentenciados a más de 30 años de prisión, su hijo adoptivo Lucas Cézar dos Santos Souza (7 años de prisión), además de otros parientes de la víctima.
“Cuando comenzó a llegar el dinero, llegaron los desacuerdos”
Durante el juicio, Flordelis dijo que sufría insultos, palizas y abuso sexual por parte de su esposo, pero negó todas las acusaciones en su contra, recoge O Globo. En general, la defensa de la exparlamentaria sostuvo que el asesinado era un depredador sexual que abusaba no solo de su esposa, sino también de varias de sus hijas y nietas.
“Solo disfrutaba si me lastimaba”, testificó entre lágrimas la mujer, agregando que, a pesar de ser maltratada, ella “murió junto con su esposo”. “No tengo que pagar por los errores de nadie. Llevo tres años pagando por algo que no he hecho. Me llaman el cerebro detrás de matar al hombre que más amaba en esta vida”, declaró.
De todos modos, los investigadores argumentaron que el crimen no fue motivado por estos supuestos abusos, sino por la lucha por el poder y el dinero de la iglesia evangélica que la pareja había fundado.
“Cuando comenzó a llegar el dinero, llegaron los desacuerdos, […], el deseo de tener más y compartir menos”, señaló uno de los fiscales.
En un comunicado, la defensa de la exdiputada afirma que la sentencia se dictó “a pesar de la falta de evidencias”. “Entiendo que la condena fue indebida, lo que ciertamente se debe a la presión de la opinión pública formada desde el delito. Considerando que ocurrieron diversas nulidades absolutas en el transcurso del juicio, informo que apelaré la sentencia, buscando que ocurra, en el futuro, un juicio justo”, indica el texto.