El papa Francisco no asistirá al funeral de la reina Isabel II

El papa Francisco no asistirá al funeral el lunes de la reina Isabel II en la abadía de Westminster, indicó este viernes el portavoz del Vaticano.

“El secretario para las Relaciones con los Estados y Organizaciones Internacionales, el religioso Paul Gallagher, representará al papa Francisco el lunes en el funeral de su majestad la reina Isabel II”, precisó en una breve declaración el vocero del papa, Matteo Bruni.

Monseñor Gallagher, nacido en el Reino Unido, es una suerte de ministro de Relaciones Exteriores de la Santa Sede y es miembro de su servicio diplomático desde 1984.

Cientos de dirigentes extranjeros y monarcas han sido invitados al funeral de Estado en Londres de la reina Isabel II, que será una de las mayores reuniones diplomáticas en décadas.

Debido a la capacidad limitada de la abadía, a 2.000 personas, solo los jefes de Estado y uno o dos representantes por país han sido invitados a las exequias.

Numerosos monarcas de Europa y otras partes del mundo confirmaron su presencia para despedir a la reina, fallecida el 8 de septiembre tras más de 70 años en el trono.

En la capilla ardiente, el último adiós a Isabel II

A medida que abandonan la capilla ardiente de la reina Isabel II tras presentar sus respetos, casi nadie puede resistirse a echar una última y fugaz mirada a su féretro. Uno incluso le dice adiós con la mano.

Es la última despedida a una muy querida monarca, en una triste y solemne escena en la casi milenaria sala de Westminster Hall, donde reposa su cuerpo hasta el funeral y entierro del lunes.

Las miradas se centran en el féretro situado en un catafalco púrpura, en lo alto de un zócalo de cuatro peldaños, y cubierto por el estandarte real, la corona imperial y el cetro, símbolos del poder real.

La afluencia de las personas, de todas las edades y orígenes, no ha cesado desde la llegada del féretro el miércoles por la tarde.

Al amanecer del viernes, quienes habían soportado las filas de la noche, envueltos en chaquetas y sombreros ante la inminente llegada del otoño al Reino Unido, pudieron pasar finalmente unos minutos en el interior.

Algunos visten para la solemne ocasión trajes negros, mientras otros llevan sus atuendos cotidianos. La espera de hasta diez horas tampoco logró desanimar a los que iban con muletas.

Dentro de la sala de techo de madera, que en el siglo XVII acogió los juicios de Guy Fawkes -católico inglés que intentó hacer estallar el Parlamento- y del rey Carlos I, la kilométrica fila se divide en cuatro.

Abrumador

En medio del digno silencio que impregna el espacio, donde unos pocos sonidos de la madrugada se filtran, una serie de pequeños y conmovedores gestos se suceden a medida que la gente llega ante el ataúd.

Una mujer de mediana edad se inclina. Otra intenta una genuflexión completa. Los hombres que lucen anticuados sombreros se los quitan. Muchos se santiguan.

Los militares veteranos con sus medallas a la vista se mantienen erguidos y orgullosos durante varios segundos.

Para algunos, el momento es simplemente abrumador y rompen a llorar. Algunas parejas se consuelan mutuamente mientras se dirigen a la salida, cogidos de la mano o abrazados.

En un momento dado, un pequeño perro blanco guía aparece por la entrada del acceso para discapacitados, tirando de su correa sostenida por una joven.

El can mueve la cola con entusiasmo, pero no es consciente de la magnitud del momento, sino que se dedica a olfatear la alfombra por donde desfilan los dolientes.

Fuente: Semana

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