Minutos más tarde, se unió a la multitud con sus tres hijos y huyó de su barrio en la capital de Haití mientras los incendios ardían en las cercanías, derrumbando las casas donde horas más tarde se encontraron los cuerpos de casi 200 hombres, mujeres y niños baleados o mutilados con machetes por las pandillas en guerra, junto a los cráneos y huesos de las víctimas incendiadas a finales de abril. “Ese domingo, cuando empezó la guerra, sentí que iba a morir”, dijo Moïse.
Las pandillas se enfrentan entre sí y se apoderan del territorio en la capital Puerto Príncipe con una nueva intensidad y brutalidad. La violencia ha horrorizado a muchos que sienten que el país se está desmoronando rápidamente mientras intenta recuperarse del asesinato del presidente Jovenel Moïse perpetrado el 7 de julio y las Naciones Unidas se preparan para debatir el futuro de su larga presencia en Haití.
Los expertos señalaron que la escala y la duración de los enfrentamientos entre bandas, el poder que ejercen los delincuentes y la cantidad de territorio que controlan han alcanzado niveles nunca vistos.