Terrorismo suma otro viernes de matanza en Afganistán: 62 muertos en Kandahar

Los hechos vienen a confirmar a los afganos que, tras la huida de Occidente de su país, a ellos les toca seguir cargando con la guerra. Y con un Gobierno que, mientras los aplasta a base de normas rigoristas, se muestra incapaz de garantizar la seguridad. Un nuevo atentado suicida ensangrentó el rezo más importante de la semana en una mezquita chií de la ciudad de Kandahar. Según fuentes médicas, al menos 62 personas murieron y 68 resultaron heridas.

Es el segundo y consecutivo viernes de la ira en Afganistán. La semana pasada, el templo Gozar-e Sayed Abad de la minoría chií hazara, de la provincia norteña de Kunduz, sufrió un ataque con hombre bomba que dejó cerca de medio centenar de muertos; esta vez ocurrió en el sur, en la mezquita chií Bibi Fatima, situada en la localidad que vio nacer un movimiento talibán que, tras hostigar durante años a los chiíes para desestabilizar el país, ahora sufre la misma táctica en sus propias carnes.

Las imágenes de la tragedia muestran teñida de rojo la moqueta verde donde, segundos antes de la explosión, los fieles se postraban en dirección a la Meca. Las ambulancias acudieron prestas a atender a las víctimas, que yacían sin consuelo en medio del pánico generalizado. La psicosis de la población hazara es doble. Mientras crecen las denuncias de desplazamientos forzosos a manos de los talibán para diluir su influencia en algunas provincias, el Estado Islámico (IS) ha puesto su mira sobre ellos.

El también llamado Daesh había reivindicado el ataque de la semana pasada, identificando al culpable como un miembro de la minoría musulmana china uigur. Con la matanza de este viernes no ha hecho lo propio hasta el momento, pero desde todas partes lo señalan como responsable. Al Estado Islámico se le atribuyen 23 atentados en Afganistán durante el pasado mes de septiembre, tanto contra civiles como contra las fuerzas de seguridad. Este país ya es el segundo del mundo donde el IS más atenta.

GUERRA ENTRE LOS TALIBÁN Y EL IS

La cadencia de sus ataques parece ir a más. Tras años asociados, a ojos del anterior Gobierno afgano y de numerosos expertos en Afganistán, la guerra se ha abierto entre ambos grupos. El IS no acepta un poder talibán, a pesar de compartir credo e ideología, y lo acusa de haberse plegado a EEUU. Aunque se beneficiaron del auge reciente de los fundamentalistas, quienes liberaron a muchos de sus miembros al sacar a los suyos de las mismas cárceles donde se encontraban, el Daesh no quiere a los Talibán.

“Los terroristas del Daesh están intentando llamar la atención golpeando objetivos débiles como las mezquitas. Esto no significa que estén por todas partes en Afganistán. Serán arrancados de raíz y exterminados como cucarachas. No hay lugar para el Daesh en Afganistán“, ha declarado en Twitter un ferviente simpatizante del recién proclamado Emirato Islámico. Los talibán han anunciado periódicamente redadas para acabar con células del IS, pero la organización sigue siendo letal.

La semana pasada, pocas horas antes de reunirse con una delegación de EEUU, un portavoz del Movimiento rechazó tajantemente toda ayuda internacional para combatir al Estado Islámico. En febrero de 2020, los talibán firmaron un acuerdo para el repliegue de tropas internacionales del país en el que se comprometieron a no permitir que el IS o Al Qaeda usaran suelo afgano para atacar a intereses occidentales. Lo que hay, por ahora, es un país que tambalea desde los cimientos al tejado.

 

Fuente: elmundo.es

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