Kabul.- Un mes después de la conquista talibán de Kabul, Afganistán se enfrenta ahora a una crisis humanitaria y a la incertidumbre sobre qué rumbo adoptará finalmente el nuevo gobierno, mientras el aspecto del país vive una profunda transformación.
Muchas cosas han cambiado, especialmente en la capital afgana, desde que los combatientes fundamentalistas se hicieron con el poder al término de una fulgurante campaña militar y con la retirada final de las tropas de Estados Unidos y de la OTAN como telón de fondo.
PINTADAS SOBRE LA VICTORIA Y ROPA TRADICIONAL
Eslóganes en blanco y negro ensalzando la victoria de los talibanes ocupan ahora el lugar de los coloridos murales que salpicaban las aparatosas barreras de cemento en Kabul, instaladas a lo largo de los años para limitar el daño de los atentados.
Las grandes fotografías del depuesto presidente Ashraf Ghani, ahora exiliado en Emiratos Árabes Unidos, o de iconos como el difunto guerrillero Ahmad Shah Massoud, “el león del Panjshir”, también han sido retiradas, al igual que la bandera republicana. Sin embargo, el tráfico de la ciudad, propenso a los atascos masivos, circula ahora con más fluidez debido al éxodo de un buen número de afganos a otros países y a la salida final de las tropas extranjeras.
Pero uno de los mayores cambios se encuentra en la ropa de los habitantes de Kabul, que ante la llegada de los fundamentalistas islámicos han abandonado en buena parte los pantalones vaqueros y las camisetas en favor de ropas más tradicionales. O, en el caso de las mujeres, vestimentas que cubran más. “Para ser honesto, tengo miedo de los talibanes así que ya no llevo pantalones ni camiseta, y me he dejado crecer la barba. Tenemos que ajustarnos”, dijo a Efe Sher Khan, que trabaja como guardia de seguridad para una compañía de telecomunicaciones.