SANTO DOMINGO.- La esperanza de vida aumenta a pasos agigantados, es decir, las poblaciones de la tercera edad son cada vez más amplias.
En el año 2017 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) presento datos estadísticos que aportaban proyecciones sobre la cantidad de envejecientes en los siguientes años. Concluyendo que para el año 2050 en América Latina y el Caribe la población de envejecientes alcanzara los 198 millones de personas mayores a 60 años. Con un incremento anual de un 370%.
La vejez es una etapa cargada de vivencias, aprendizajes, anécdotas y nuevas experiencias propias de este ciclo de la vida. Una vez llegados los 65 años es cuando podemos establecer la apertura a una nueva etapa en la vida llamada “Tercera edad”. Sin embargo, culturalmente llegar ahí es sinónimo de enfermedades, incapacidades, dolencias, soledad ó estados depresivos, pues erróneamente es creído que la vejez es un ciclo propicio para simplemente tirar la toalla y esperar la muerte.
Nuestros años añejos representaran en gran medida las huellas de nuestra vida más prematura. Las demencias en sus diferentes clasificaciones entre ella la enfermedad de Alzheimer es una de las condiciones de salud que más afecta esta población, sin embargo. No todos los envejecientes llegan a padecer algún tipo de demencia, pero ¿Cuál es la razón?
Factores tan importantes como son: La genética, ser mayor a 65 años o género femenino serán indicadores de nuestra posible vulnerabilidad a padecer una enfermedad de tipo degenerativa como es la enfermedad de Alzheimer, los cuales entrarían en los factores no modificables, además existen otras causas tan importantes como son los hábitos que conforman nuestro diario vivir durante toda nuestra vida, los cuales serían los factores modificables que una vez controlados o eliminados podremos distanciar o erradicar la sintomatología de un deterioro cognitivo mayor (Demencia). A continuación, indicaremos que podemos hacer durante toda nuestra vida para contrarrestar los factores modificables.