EL NUEVO DIARIO, LIMA. – Perú, uno de los países más afectados del mundo por la pandemia de la covid-19, termina este crítico 2020 con unas 94.000 muertes por encima de las cifras de defunciones de los años anteriores, un enorme vacío que amenaza con agrandarse ante los indicios de que está comenzando la segunda ola de contagios.
Desde que en marzo inició la emergencia sanitaria en Perú por el coronavirus han muerto alrededor de 190.000 personas frente a las 96,000 del mismo periodo del año pasado, según los datos del Repositorio Único Nacional de Información en Salud (Reunis) del Sistema Informático Nacional de Defunciones (Sinadef).
UN TERCIO DE MUERTES SIN ACLARAR
Sobre “la cifra más dura”, que engloba a todas las muertes con confirmación de covid-19 como las que no, Mazzetti aseguró que casi dos tercios de esas defunciones están relacionadas directamente con la covid-19, lo que equivale a alrededor de 60.000 fallecimientos.
“Hay unas 35.000 con prueba positiva y otras 25.000 que son sospechosas porque tienen una evidencia clínica, ya sea una radiografía o el mismo cuadro clínico”, apuntó la ministra.
TERMÓMETRO DEL REBROTE
Este registro global de muertes es el que el Gobierno está tomando como referencia para sus decisiones, pues se ha vuelto uno de los principales termómetros para evaluar si el país está entrando en una segunda ola de contagios.
Este exceso de fallecimientos está aún lejos del pico máximo registrado en agosto, con un promedio de hasta 650 fallecidos al día por arriba de los valores normales previos a la irrupción del coronavirus.
SEGUNDA OLA EN CIERNES
La tendencia al alta en las nuevas muertes diarias ha hecho saltar las alarmas, pues las hospitalizaciones, que también habían marcado las cifras más bajas en ocho meses, han vuelto a repuntar y en apenas tres semanas se han vuelto a ocupar unas mil camas por casos de covid-19.
Algunas regiones ya han advertido que sus salas de cuidados intensivos ya están nuevamente llenas, por lo que el frágil sistema público de salud de Perú está nuevamente al borde del colapso.
La peor etapa se vivió entre mayo y agosto, donde en cada uno de esos cuatro meses hubo en promedio unas 18.000 muertes por encima de las cifras del pasado año, un dramático momento que puede repetirse ante una eventual segunda ola, especialmente ante la confirmación de que Perú no dispondrá a corto plazo de vacunas a gran escala.