BAGDAD.- Diez años después de la declaración del fin de la misión de combate de Estados Unidos en Irak y tras una breve salida fallida inicial que devolvió a las tropas estadounidenses al país en 2014 para luchar contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI), el futuro de las tropas de EEUU está en el aire.
El 31 de agosto de 2010, el entonces presidente estadounidense, Barack Obama, anunció desde el Despacho Oval de la Casa Blanca que después de siete años, 100.000 vidas cobradas y más de un billón de dólares gastados, la guerra de Irak había llegado a su fin.
Las tropas norteamericanas comenzaron una retirada que se completaría en 2011, en un momento en el que el que la violencia y el terrorismo en el país habían tocado mínimos históricos y en medio de dudas sobre si las fuerzas iraquíes serían capaces de proteger Irak en solitario.
Ahora, la salida de los norteamericanos de Irak vuelve a ser un tema de actualidad que se puso sobre la mesa cuando EEUU asesinó al poderoso e influyente comandante iraní Qasem Soleimaní el pasado 3 de enero en Bagdad, una acción unilateral que fue considerada una “violación a la soberanía” por las autoridades iraquíes.
2011: UNA RETIRADA PREMATURA
De acuerdo con el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Bagdad, Ahmed al Mayali, la retirada estadounidense en 2011 fue “prematura” y “no fue seria, porque se vio empañada por muchos desequilibrios y problemas de corrupción y reluctancia en términos de armar las capacidades militares iraquíes”.
En 2014, las tropas de EEUU volvieron a Irak al frente de una Coalición Internacional contra el EI, que conquistó vastas áreas del norte y el centro del país ante la incapacidad de las fuerzas de seguridad iraquíes.
“El Gobierno iraquí y sus fuerzas no fueron capaces de defender el país y prevenir la catástrofe”, apunta a Efe el director de la Iniciativa Irak del centro de estudios Atlantic Council, Abbas Kadhim.