BUENOS AIRES, ARGENTINA.-El peronista Alberto Fernández asumió ayer la Presidencia de Argentina con un llamado a la unidad para superar “el muro del rencor y del odio entre argentinos” y con el foco en aliviar la grave crisis económica, paliar la pobreza y renegociar la deuda que asfixia este país.
En medio de ovaciones y la marcha peronista, Alberto Fernández recibió la banda y el bastón presidencial de manos de Mauricio Macri, el primer mandatario argentino no peronista que termina su mandato desde el retorno de la democracia en 1983.
Fernández, abogado de 60 años, inició y concluyó su discurso con un recuerdo al expresidente Raúl Alfonsín, el primer mandatario democrático tras la dictadura argentina, y también tuvo palabras de agradecimiento a la exmandataria Cristina Fernández (2007-2015), que le acompañará como vicepresidenta.
En un discurso de más de una hora, el nuevo presidente, que llegó al Congreso conduciendo su propio automóvil, apeló a dejar atrás la grieta ideológica que divide Argentina y tuvo un tono conciliador aunque criticó la gestión económica de su antecesor y anunció medidas económicas, políticas y judiciales.
“Apostar a la fractura y a la grieta significa apostar a que esas heridas sigan sangrando. Actuar de ese modo, sería lo mismo que empujarnos al abismo. No cuenten conmigo para seguir transitando el camino del desencuentro”, aseguró. Fernández.
A la investidura asistieron los presidentes de Cuba, Miguel Díaz-Canel, Paraguay, Mario Abdo Benítez, y Uruguay, Tabaré Vázquez, así como delegaciones oficiales de numerosos países. También acudieron los expresidentes de Ecuador, Rafael Correa, de Paraguay, Fernando Lugo, y el vicepresidente y ministro de Comunicación del Gobierno venezolano de Nicolás Maduro, Jorge Rodríguez.
Miles de personas se congregaron en la emblemática Plaza de Mayo para celebrar el regreso del peronismo al poder.