Los colmados de República Dominicana, especialmente los de la urbe, no son lo que eran antes. Es poco probable encontrarse hoy con uno de ellos atestado de gente a la hora de comprar los preparativos para el almuerzo, pero es posible que en las noches haya muchos clientes sentados, abriendo espacio al consumo de alcohol o “echando una mano de dominó”.
Dejaron de ser los típicos negocios de venta de arroz y habichuela, donde algunas personas acudían en el pasado a cambiar huevos de gallinas criollas por “una tercia de romo”, o por algún otro bien de consumo básico, para convertirse en establecimientos donde –incluso- pueden realizarse operaciones bancarias.
En demarcaciones como el Distrito Nacional, las provincias Santo Domingo, Santiago y algunas otras, no siempre es necesario llegar a un local, ni pararse frente a un mostrador a observar el despachador “enfundar” o pesar todo el pedido. Una simple llamada telefónica o un mensaje escrito por WhatsApp, pueden ahorrar el viaje y la espera. Y quien finalmente evita el viaje del comprador al establecimiento e