PITTSBURGH — Joe Maddon no permitió que un inusual tiempo libre creado por una inusual expulsión se convirtiera en tiempo perdido.
Poco después de ser echado por el umpire de plato Joe West el 4 de julio en un arranque en el que el manager de los Cachorro de Chicago parecía listo para arremeter contra cualquiera que proviniera del dugout de Pittsburgh, tras quejarse de los lanzamientos de los pitchers de los Piratas hacia sus bateadores, Maddon se retiró a la oficina asignada al manager del equipo visitante en el PNC Park. Abrió una botella de vino, encendió el televisor y observó a su irregular plantel dar los toques finales a una victoria de 11-3 que evitó una barrida de cuatro encuentros.
La medida de un veterano. Las oportunidades para relajarse serán pocas durante el siguiente periodo de más de dos meses en la división más competitiva de las ligas mayores.
La División Central de la Liga Nacional llega a la segunda mitad de la temporada con una separación entre el primero y el último lugar, Cachorros y Rojos respectivamente, de tan solo 4,5 juegos, una situación atípica en una campaña que en su mayoría ha resultado aburrida al contar a cinco divisiones que llegaron al receso del Juego de Estrellas con una brecha de al menos 5,5 partidos entre el líder y su rival más cercano.
No hay favoritos en la Central de la Nacional. Tampoco hay margen para relajarse, algo que Maddon veía venir desde hace mucho.