Pekín. Más transparentes, menos agresivas con el medio ambiente y con garantías de que la financiación no lleva al endeudamiento excesivo: esas son las asignaturas pendientes, o al menos las que reconoce China, de su colosal proyecto de la Franja y la Ruta, cuyo segundo Foro comenzó ayer en Pekín.
En un discurso con más promesas que autocrítica, el presidente chino, Xi Jinping, defendió a capa y espada la viabilidad de su proyecto estrella ante la presencia de sus suscriptores y seguramente ante los ojos de detractores y escépticos, a los que trató de seducir dibujando una China más abierta y un plan en el que todos cuenten por igual y consigan “los mismos beneficios”.
“Debemos insistir en los conceptos de apertura, desarrollo verde e integridad moral”, decretó Xi, quien apostó también por “combatir la corrupción con tolerancia cero” y porque todas las empresas participantes “cumplan con los estándares internacionales”.
El máximo mandatario chino quiso así rebajar las dudas que ha creado su plan por la ausencia de estudios de impacto ambiental o problemas como la incapacidad de ciertos países a la hora de hacer frente al pago de los créditos que concede el gigante asiático para construir grandes obras de infraestructura.