EL CAIRO.- Cinco años y medio han tenido que transcurrir para que el fotoperiodista egipcio Mahmud Abdelshakur abu Zeid, más conocido como “Shawkan”, pudiera sostener hoy de nuevo una cámara en su hogar.
Encarcelado desde de 2013, cuando fue arrestado en medio del desalojo policial sangriento de la plaza de Rabaa al Adauiya de El Cairo, su abogado Taher Abu al Naser, confirmó a EFE que Shawkan salió de la comisaría de Policía de Al Haram, situada en Guiza, en El Cairo, en horas de la madrugada.
Una imagen difundida por la campaña para liberar a Shawkan lo confirmaba: “¡Bienvenido, asfalto!… Shawkan es libre”, decía el mensaje en Twitter en el que aparecían su padre y hermano del fotógrafo, cuya detención produjo una oleada de críticas contra Egipto.
Una vez en su austero hogar en Guiza, a las afueras de El Cairo, el fotógrafo pudo sentarse y abrazar a la familia en sus primeras horas de libertad.
“Lamentablemente cuando estudiamos periodismo nos enseñaron que uno no debe ser una parte del suceso sino transmitir el suceso”, aseguró Shawkan a periodistas.
Shawkan fue detenido mientras cubría el desalojo violento de una manifestación de islamistas en la plaza Rabaa al Adauiya de El Cairo, que protestaban contra el derrocamiento militar del presidente Mohamed Mursi.
“Agarraron las cámaras y nos llevaron al estadio. Mis colegas fueron liberados dos horas después y yo estaba esperando mi turno para salir”, dijo, al recordar cómo fue arrestado junto a dos periodistas extranjeros que fueron liberados y él no.
El desalojo acabó con una masacre de entre 600 personas (según fuentes oficiales) y 800 (de acuerdo con diversas ONG) y llevó a una macrocausa en la que fueron condenadas 75 personas a muerte y cientos a penas de prisión, ninguna de ellas miembro de las fuerzas de seguridad.
Shawkan fue incluido en la macrocausa junto a dirigentes islamistas y participantes y sentenciado el 8 de septiembre pasado a cinco años por concentración, terrorismo, obstrucción de transporte público, uso de la fuerza contra la Policía y posesión de armas blancas.
“Cuando oí la sentencia fue una sensación contradictoria, porque recibí una sentencia y a la vez iba a salir porque ya la había cumplido. Fue una sensación rara”, aseveró sentado en el sofá mientras acariciaba la mano de su sobrina.
Su puesta en libertad se pospuso seis meses porque el fotógrafo no pagó una multa por “destruir propiedades públicas y privadas” que le impuso un tribunal egipcio.