Stan Lee y Jack Kirby crearon un héroe atípico al que llamaron Hulk “el hombre increíble”. Este personaje, que en su estado normal es un sujeto apacible, se convierte en un feroz y fornido hombre verde gracias a un arrebato de ira que lo capacita para destruir a sus adversarios.
En términos clínicos la ira desenfrenada puede ser diagnosticada como una dificultad en el control de los impulsos con ataques explosivos intermitentes, o como un trastorno de la reacción emocional que se denomina “acting out” por manifestar el sujeto comportamientos agresivos que escapan absolutamente de su control o dominio (la persona está fuera de sí).
También un individuo puede presentar comportamientos muy violentos por cursar algún episodio psicótico (enajenación mental). En cualquiera de estos casos es fundamental buscar ayuda profesional y la de un consejero bíblico calificado.
Un ataque de ira desenfrenado fue la causa por la que un hombre, al que evalué psicológicamente cuando se hallaba en la cárcel, mató a su hijita de apenas un año con sus propias manos, alegando que la niña lloraba mucho y eso lo desesperaba. Aquel hombre, pasado 8 años de su acto asesino, aún lloraba amargamente mientras hablábamos sobre su temperamento.
Ese día pude entender esto que dice el Libro inspirado de arriba: “La furia es cruel y la ira arrolladora” (Prov. 27:4).
Por cualquiera que sea la razón, actuar bajo el poder de la rabia es un error. El enojo sin freno nos hace irracionales y torpes. Esa es la razón por la que he recomendado a miles de padres no castigar a sus hijos cuando se encuentren airados.
La ira es una reacción emocional de hostilidad. Pasa por las siguientes fases: Primero la irritación, disgusto que provoca un suave sentimiento de molestia. Luego, la irritación puede convertirse en indignación, sentimiento que conlleva a la persona a responder mal o vengarse. Cuando la indignación se alimenta, produce ira, la cual consiste en un fuerte deseo de venganza y de expresarse con acciones o palabras ofensivas. Al crecer la ira esta se convierte en furia (acto violento y la pérdida del control emocional). La última fase de la ira es la cólera, que conduce a los actos más irracionales y perversos del ser humano.
En uno de sus pasajes, el Libro inspirado de arriba dice acerca de la ira: “El hombre iracundo levanta contiendas, y el furioso muchas veces peca” (Prov. 29:22).
Enojarse es natural, lo que no se debe permitir es que la rabia nos controle y se exprese de una manera que cause dolor a otros y problemas a uno mismo. Por otro lado, el enojo no debe ser sostenido, amplificado o guardado en el tiempo, sino que debe aplacarse cuanto antes (Efe. 4:26).
Con gusto atenderé a tus preguntas o comentarios.
e-mail: hectormarquez.convicciones@gmail.com