Madrid,España .- En las dos últimas décadas los astrónomos han constatado que casi todos los cientos de miles de millones de estrellas de la Vía Láctea tienen mundos a su alrededor. Son los llamados exoplanetas. Gracias a los 4.000 hallados hasta el momento, han descubierto que los hay de todos los tamaños, tipos y colores que se pueda imaginar, como si el cielo hubiera nacido del sueño de un escritor de ciencia ficción. Sin embargo, por el momento no se ha podido detectar y analizar una «Tierra 2.0», un gemelo de nuestro planeta, porque los instrumentos todavía no son lo suficientemente potentes. Pero el peso de los números nos dice que tiene que haber muchas ahí fuera. Y que nadie puede aventurar qué será lo que se descubra en una o dos décadas.
Esta fascinante exploración, quizás la más ambiciosa emprendida por el hombre, casi está dando sus primeros pasos. La búsqueda es más intensa en las estrellas más cercanas: un puñado de enanas rojas, más pequeñas y frías que el Sol, situadas a pocos años luz de distancia. Allí fue donde en 2016 el equipo del astrónomo español Guillem Anglada-Escudé descubrió Proxima b, un planeta de tamaño similar a la Tierra que está tan cerca de su sol que sus años solo duran 11 días, y que está en el sistema solar más cercano al nuestro.
Este miércoles, una investigación publicada en la revista Nature y coliderada por Guillem Anglada-Escudé, investigador en la Universidad Queen Mary de Londres (Reino Unido), y por Ignasi Ribas, investigador del Instituto de Ciencias Espaciales (CSIC), ha presentado el descubrimiento de una supertierra fría en el segundo sistema solar más cercano a la Tierra. Se encuentra en la estrella Barnard, a seis años luz de distancia. El mundo, detectado de forma indirecta, es al menos tres veces más masivo que nuestro planeta y es mucho más frío, pero su hallazgo es importante porque es la primera vez que los astrónomos detectan un exoplaneta tan pequeño tan lejos de una de estas estrellas rojas.