OLDENBURGO. El juicio a un exenfermero acusado de matar a un centenar de pacientes se inició este martes en Alemania con el objetivo de esclarecer este caso sin precedentes desde el final de la II Guerra Mundial.
Al ingresar en la sala, el acusado, Niels Hogel, escondió a los fotógrafos su rostro barbudo detrás de una cartulina azul.
Luego, tras un minuto de silencio en memoria de las víctimas, escuchó, con la cabeza gacha y el rostro inexpresivo, el acta de acusación y los nombres de las 100 personas muertas, leídos por la fiscal Daniela Schiereck-Bohlmann.
Al ser interrogado sobre si reconocía tales cargos, Hogel respondió: “Sí”. Y luego añadió, algo sibilinamente: “lo que ha sido confesado ocurrió en efecto”.
¿Por qué haber decidido reconocerlo todo? “Al leer los archivos recuperé los recuerdos, y con la terapia (…) comencé a reconocer el alcance del crimen”, dijo por la tarde, y también reconoció “su vergüenza”.
“Que esto llegue así, no lo esperaba, ahora tenemos la ocasión de dar un gran paso adelante”, dijo la nieta de un difunto, Christian Marbach.
Este hombre de 41 años, que purga ya una cadena perpetua desde hace diez años por otros seis asesinatos similares, comparte la sala de audiencia con decenas de familiares de los difuntos en el centro polivalente de Oldenburgo, en el norte del país, por falta de espacio en el mismo tribunal.
Todos tratan de comprender cómo el enfermero pudo cometer esos homicidios, de 2000 a 2005, en los hospitales donde trabajaba, sin que sus jefes, la policía o la justicia pudieran reaccionar.
“No era necesario ser Sherlock Holmes” para comprender que un asesino estaba actuando, sentencia ante la AFP el nieto de un difunto, Christian Marbach.
“Para mí, es la justicia la que tiene que aportar esclarecimientos”, explica por su lado el hijo de otra presunta víctima, Frank Brinkers.