Estados Unidos .- El 24 de julio pasado, cuando Demi Lovato debió ser hospitalizada de urgencia por una sobredosis que casi le costó la vida, poco se sabía sobre la descontrolada noche que la había depositado en la antesala de la muerte en su mansión de Hollywood Hills, Los Angeles. Lo único que se conocía era que la cantante estaba atravesando por una crisis en su esfuerzo por apartarse de las drogas.
Tal crisis había quedado manifestada durante su último show, en el cual la artista había olvidado las letras de sus interpretaciones y no se había presentado de la mejor forma ante su público. Su estado era patético y hacía prever lo peor entre quienes la conocían de cerca. Horas después, una nueva recaída, la internación, el temor.
Fueron varias las crónicas que se escribieron respecto a esa noche. El descontrol y los excesos fueron descriptos por testigos y allegados. Pero es la primera vez que el propio dealer, el hombre que le vendió la droga que casi la mata habló sobre aquellas horas de consumo de heroína, la droga que está matando a una generación.