Santo Domingo .- Uno de los rasgos que le han permitido al humano expandirse por el mundo y crear la civilización es su mayor volumen cerebral en comparación con el de otros primates. Se considera que el tamaño de este órgano comenzó a aumentar hace unos tres millones de años, en el seno de un grupo de primates conocido como australopitecinos. Pero se desconoce mucho sobre cómo ocurrió.
Se sospecha que por algún motivo varios genes que regulaban el crecimiento del sistema nervioso comenzaron a activarse durante el desarrollo embrionario de estos australopitecinos. El investigador Pierre Vanderhaeghenat, del Instituto Biotecnológico de Flandes (Bélgica), descubrió 35 secuencias presentes solo en simios y humanos (y no en chimpancés), que se activan solo en el feto. Tal como ha informado «Phys.org», un estudio publicado en Cell ha concluido que tres de ellos, agrupados bajo la designación NOTCH 2NL, fueron creados por un proceso de «corta y pega» que creó copias defectuosas de una secuencia llamada NOTCH2.
La investigación ha detallado cómo dichos genes contribuyeron a la expansión de la corteza cerebral. Vanderhaeghenat ha sugerido que este «error» a la hora de duplicar las secuencias de ADN hizo aparecer una nueva familia de proteínas que fue clave en el desarrollo de características típicas de los humanos, como el lenguaje, la imaginación y la capacidad para solucionar problemas.