SANTO DOMINGO. Formalmente nunca salieron de circulación, pero las monedas de centavos de peso dominicano llevan años sin verse en las calles. La tarifa de la electricidad, la gasolina, las compras en los supermercados, las operaciones cambiarias. Muchos de los precios siguen teniendo una denominación fraccionada, pero el redondeo se ha normalizado.
“No eres miserable si exiges tu devuelta del centavo o de un peso o lo que te corresponda”, señala Sorilenny Custodio, quien desde 2010 lleva adelante la campaña “Devuélveme mi peso”.
Con ella ha querido concientizar a los consumidores dominicanos sobre la importancia de que exijan el dinero que les corresponde y que no les redondeen los montos. Pero reconoce que no ha tenido el éxito que quisiera. “La gente tiene la cultura del BAM, (bulto, allante y movimiento), entonces a la gente no le gusta porque cree que es miserable, no quiere quedar mal reclamando y quiere guardar las apariencias”, indica.
En República Dominicana no existen normas oficiales para redondear, sino que en los comercios o en los bancos se decide por conveniencia qué cambio les regresan a los clientes. El presidente de la Organización Nacional de Empresas Comerciales (ONEC), José Luis Magadán, explica que no hay siquiera una norma gremial para hacerlo. “Cada comercio toma su política de redondeo”, dice.
El proceso de desaparición de las monedas de menos denominación tiene un origen. El economista Miguel Collado, del Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles (CREES), señala que los centavos abandonaron las calles debido al proceso inflacionario. “Fue un proceso natural en la medida en que la inflación inducida por los bancos centrales ha ido reduciendo el valor de las monedas y, naturalmente, han ido desapareciendo”, dice.
Desde el Banco Central de la República Dominicana (BCRD) señalan que las monedas de centavos no se han desmonetizado y que, si alguien quiere pagar con ellas, deben ser aceptadas. Aunque en la sede del banco emisor hay centavos disponibles, lo cierto es que no se acuñan más porque ni los bancos ni los comercios los demandan debido a las escalas de precios actuales y porque se ha incrementado el pago a través de medios digitales.