Madrid, España .- Miles de personas de los países del llamado primer mundo acuden a gimnasios varias veces a la semana para fortalecer su musculatura abdominal, levantar pesas, montar en bicicleta estática o hacer spinning. Hay muchas estrategias encaminadas a fortalecer nuestra musculatura, pero ¿se puede mejorar la calidad y la cantidad de la sustancia gris que hay en nuestro cerebro? Sí, una de las prácticas más estudiadas es la meditación.
Definir qué es la meditación –del latín meditatio, un tipo de ejercicio intelectual- no es tarea fácil, ya que este término engloba diferentes métodos de concentración mental, de control de la respiración o de ejercicios de visualización mental, entre otros.
Con independencia del tipo de ejercicio mental que se realice para meditar, se ha comprobado que esta práctica conlleva importantes cambios en el funcionamiento de nuestro cerebro. Uno de los estudios más importantes fue llevado a cabo por un equipo de neurólogos del Centro Waisman (Universidad de Wisconsin, Estados Unidos) en colaboración con el Monasterio Scheche, de Katmandú (Nepal).
Los investigadores norteamericanos analizaron el cerebro de los monjes budistas que habían recibido instrucción mental en las tradiciones tibetanas Nyingmapa y Kagyupa durante más de diez mil, a lo largo de un periodo comprendido entre quince y cuarenta años.
Los científicos compararon el cerebro de estos monjes con el cerebro de un grupo de estudiantes estadounidenses que no habían sido instruidos con anterioridad en ninguna práctica de meditación.
El equipo de científicos encontró que había diferencias notables entre el cerebro de los monjes y el de los estudiantes, y que la diferencia más llamativa se hallaba en una mayor coordinación neuronal en el cerebro de los monjes.