FORT MYERS, Florida. Con su curva de rompimiento marcado, una bola rápida que promedia 94 mph y la condición de un deportista de elite, José Berrios tiene motivos de sobra para sentirse confiado en el montículo.
La temporada pasada, finalmente lo estuvo.
Desde el día que fue reclutado proveniente de su natal Puerto Rico por los Mellizos de Minnesota en la 32da selección general del draft de 2012, Berrios ha sido uno de los mejores prospectos del cuerpo de lanzadores de la organización. Dominó a cualquier nivel en las ligas menores, y una vez que ascendió a Minnesota en 2016 no hubo dudas de su capacidad para adaptarse a los bateadores de Grandes Ligas y se afianzó en la rotación a partir de entonces.
Sin embargo, su debut fue un fiasco, con una espantosa efectividad de 8.02 en 14 aperturas. Recibió 12 cuadrangulares y cedió 35 bases por bolas en 58 innings y un tercio. El elemento que faltaba, entonces, era la confianza en sí mismo.
“En ocasiones cuando las cosas salen mal, me desanimo”, reconoció Berrios.
Difícil de imaginarlo para alguien con tanto talento —pero todos somos humanos.
“Y él es un sujeto muy humilde, por lo que no va a decirte qué tan bueno es. Pienso que eso es un punto a favor para él porque se esfuerza constantemente en mejorar y nunca está satisfecho con lo que hace. Yo creo que eso es lo que lo hará bueno a largo plazo en su carrera en este nivel”, señaló el catcher Jason Castro, que jugó un papel importante en ayudar a Berrios a realizar ajustes de mecánica y mentales en 2017.