WASHINGTON.- El presidente de EE.UU., Donald Trump parece inmune al movimiento “Me Too” que ha acabado con las carreras de otros hombres que, como él, han sido acusados de abusos sexuales. Pero su incómoda respuesta al fenómeno ha evidenciado su complicado historial con las mujeres, y podría tener consecuencias políticas.
Cuando los estadounidenses eligieron a Donald Trump en noviembre de 2016, parecieron enviar un mensaje a las mujeres: que el comportamiento sexista del candidato republicano, y las acusaciones de al menos 16 mujeres que aseguraban que el magnate se había propasado sexualmente con ellas, no contaban demasiado en el país.
Pero la frustración por ese tema, reflejada en la histórica Marcha de las Mujeres de enero de 2017, sirvió como antecedente a la explosión que se produjo en octubre pasado, cuando las revelaciones contra el productor de cine Harvey Weinstein desataron un movimiento que ha acabado con las carreras de decenas de hombres poderosos.
En general, Trump se ha mantenido al margen de ese revuelo, pero sus aportaciones al debate han sido siempre en defensa de los hombres acusados cuando estos eran sus aliados, como ocurrió con el candidato republicano al Senado por Alabama, Roy Moore, y las estrellas de la cadena Fox News, Roger Ailes y Bill O’Reilly.
La oleada llegó a la Casa Blanca la semana pasada, cuando dos funcionarios, Rob Porter y David Sorensen, renunciaron a su cargo tras ser acusados por sus exesposas de maltrato físico y psicológico.
La respuesta de Trump fue desearle “lo mejor” a Porter y pedir “debido proceso” para los hombres acusados de abusos, al asegurar en un tuit que “la vida de la gente está siendo destrozada y destruida por simples acusaciones”, algunas de ellas “falsas”.
Pero, al contrario que en los casos anteriores, Trump se vio hoy obligado a salir de ese guion y declarar que se opone “completamente a la violencia doméstica de cualquier tipo”, después de que los medios de comunicación y algunas voces en el partido republicano exigieran un mensaje más claro de apoyo a las mujeres maltratadas.
El episodio ha evidenciado la incomodidad de Trump con un movimiento que le enfrenta con las acusaciones en su contra, que él ha negado y que, según la Casa Blanca, quedaron zanjadas cuando los estadounidenses las ignoraron al elegirle como presidente.