JERUSALEN. El presidente ruso Vladimir Putin heredó un modesto apartamento en el centro de Tel Aviv que el mandatario había regalado a quien fue su profesora de alemán siendo él un adolescente, Mina Yuditskaya Berliner, informó hoy el diario israelí Yediot Aharonot.
La Embajada rusa tomó posesión del piso en nombre del dignatario, asegura el periódico, que narra que Berliner fue maestra de Putin entre 1967 y 1968 en San Petersburgo.
Cinco años después hizo la aliá (”ascenso” en hebreo, como se denomina la emigración de un judío a Israel y su nacionalización), y perdió contacto con su alumno.
En 2005, Berliner descubrió que su exalumno, ya presidente de una de las naciones más poderosas del mundo, iba a visitar Israel, y se puso en contacto con los representantes diplomáticos, a los que dejó sus datos de contacto y dijo que le gustaría reencontrarse con él, junto a una delegación de veteranos rusos de la Segunda Guerra Mundial, que iban a encontrarse con él.
La Embajada la invitó al evento, tras el cual, la profesora se tomó un te en privado con Putin, quien le presentó al entonces presidente israelí Moshe Katsav, quién la preguntó si el dirigente ruso era un buen estudiante, según una entrevista en 2014 de este mismo medio.
Tras esta reunión, Berliner comenzó a recibir regalos, incluyendo un reloj y la biografía de Putin, hasta que una empleada del Gobierno ruso se presentó en su puerta y la llevó a ver dos pisos en el centro de Tel Aviv.
El primero, un amplio y lujoso apartamento en la moderna calle Shenkin y el segundo, uno de una habitación no lejos de allí. “Le dije que tenía que estar cerca de la parada de autobús, del médico y del mercado”, matizó Berliner, que optó por el segundo.
De acuerdo con el rotativo, cuando la profesora falleció el pasado mes de diciembre, la Embajada rusa envió un representante para asistir a la ceremonia fúnebre y ayudar con los costes.
En su testamento, Berliner había dejado por escrito sus deseos de devolverle a Putin la modesta casa de la que había hecho su hogar.