Santo Domingo .- Existen películas que poseen una combinación demoledora desde el punto de vista técnico, de la música y por su excelente dirección; que hacen de ella un fenómeno comercial, llegando a convertirse en una película de culto y clásica de manera espontánea. Ese es el caso de “El Bueno, el malo y el feo”, la última entrega de la trilogía del director italiano Sergio Leone, estrenada en el 1966.
Con esta trilogía de películas: “Por un puñado de dólares” (1964); “Por unos dólares más” (1965) y “El bueno, el malo y el feo” (1966), Sergio Leone rompe todo el esquema de las producciones del género western con relación a las norteamericanas, cuando aquél vaquero andaba bien vestido y bien peinado (ver a Gary Cooper, Henry Fonda, James Stewart, etc.) en contraste con este tipo de vaquero sucio, andrajoso, cargado de polvos, lodos y una dentadura negruzca que tipificaron a estos personajes, creando así, un apelativo de llamarse el “Spaguetti Western”.
La trama de esta película es sencilla: Un pistolero a sueldo (el malo, Lee van Cleef) llega a un pequeño pueblo, y por casualidad, se entera de un baúl lleno de billetes grandes en la que un individuo llamado Bill Carlson, es el único que sabe dónde está escondido el dinero. Por otro lado, están (el bueno, Clint Eastwood) y (el feo, Eli Wallach) quienes son dos pillos que viven estafando de pueblo en pueblo, cobrando recompensa hasta que logran encontrarse con el tal Bill Carlson, y en plena agonía de este, les dice donde se encuentra el botín.