Mientras el país se encamina a implementar una República Digital, existe un 15 % de la población sin cobertura de agua potable, hogares con poca señal de desarrollo que piden a la divina providencia un poco de lluvia para almacenar el líquido mediante un rudimentario sistema “de chorros”. Villa Francisca, en el Distrito Nacional, y El Cajuilito, en Santo Domingo Norte, son dos localidades afectadas por el mismo mal: dificultad para abastecerse de agua potable. Para cubrir esta necesidad, muchos de sus habitantes de manera particular han hecho pozos. En el caso de Villa Francisca, como en los tiempos antiguos, sus lugareños van a una cisterna común, ubicada en la calle Josefa Brea con cubetas y potes para obtener el agua que necesitan.
Con un rudimentario carrito con capacidad de soportar un tanque y 3 galones grandes, Fabián Almonte “Escopeta”, tiene 20 años ganándose el sustento llevando agua a la comunidad a “cubetazo limpio”. En este sector capitalino pocas personas cuentan con el servicio desde el interior de la casa. Allí quien no se abastece de la cisterna pública, se la ingenia para colocar por cuenta propia un tubo en los alrededores de la vivienda que hace la función de llave para luego esperar atento la llegada del líquido dos veces por semana.
Para tener agua almacenada en casa, los residentes deben apartar de su presupuesto un promedio de 500 a 1000 pesos por semana, según comunitarios consultados.