Basilea (Suiza) .- A pesar de su mala prensa, la mayoría de las bacterias no causan enfermedades. Casi todas son solo seres microscópicos que pasan desapercibidos pero que ocupan un papel totalmente central en la naturaleza: son fundamentales para el funcionamiento del suelo (un entorno vivo donde los nutrientes y la energía circulan), de los océanos y de los propios seres vivos. Además, los ancestros de las bacterias de hoy permitieron que nacieran las células complejas de animales y plantas. Si hoy hay oxígeno en la atmósfera es gracias al «trabajo» de estos microbios, que lo produjeron hace miles de millones de años.
Aparte de esto, y, aunque las bacterias son realmente pequeñas y sencillas, resulta que tienen algo parecido a un «olfato», que les permite captar señales químicas en sus alrededores. Este mismo jueves, un estudio presentado en la revista Science por investigadores de la Universidad de Basilea (Suiza) e Indiana (Estados Unidos) ha demostrado que, además, al menos algunas bacterias tienen un sentido del tacto: son capaces de reconocer superficies y responder a estímulos mecánicos en apenas unos segundos. Este mecanismo es usado por los patógenos que colonizan y atacan a sus víctimas, así que comprenderlo puede resultar muy útil para tratar enfermedades.