SAN JUAN. La ayuda humanitaria y los suministros llegan con cuenta gotas a las zonas más aisladas de Puerto Rico tras la devastación que supuso el paso del huracán María mientras, con mucha lentitud, se trata de recuperar la normalidad, aunque la falta de electricidad sigue siendo el principal reto y la población sufre.
La situación, cinco días después de que María partiera por la mitad una isla que atravesaba ya de por sí una crítica situación económica, es muy difícil, con la infraestructura eléctrica prácticamente inoperante -salvo puntos específicos como hospitalesy las telecomunicaciones en precario estado.
El Ejecutivo, con el gobernador Ricardo Rosselló a la cabeza, trata de multiplicarse para que el país salga adelante y apela a la ayuda de Estados Unidos, al que está unido como estado libre asociado, si bien el presidente del país norteamericano, Donald Trump, se ha comprometido con la isla y anunció una visita.
Rosselló ha insistido en su petición de ayuda a Estados Unidos y apela a que Washington garantice el soporte que necesita ahora la isla, literalmente devastado por un huracán María, catalogado por algunos especialistas como el más poderoso de la historia.
“Lo que estamos sugiriendo inicialmente es que nos aseguremos de conseguir los aviones necesarios, las capacidades necesarias para que podamos llegar a la gente”, dijo Rosselló a la prensa estadounidense, ya que aunque se trata de recobrar la normalidad en la capital y las principales ciudades en las zonas aisladas el panorama es desolador.
“Necesitamos prevenir que ocurra una crisis humanitaria en Estados Unidos, pues Puerto Rico es parte de Estados Unidos”, subrayó Rosselló, en un intento de que Washington no se olvide de la isla, donde todavía hay miles de refugiados.