MARSELLA. Cientos de bomberos batallaban este martes para apagar varios incendios forestales que han destruido desde el lunes más de 4.000 hectáreas en el sureste de Francia y en la isla de Córcega, con la ayuda de un Canadair enviado por Italia.
La mayoría de los incendios estaban sin embargo controlados aunque la situación en la región de Var (sudeste) seguía siendo preocupante.
En el oeste de esta zona, dos viviendas se encontraban amenazadas al final de la jornada y se procedió a evacuar a los habitantes.
“Francia solicitó dos aviones Canadair en el marco de la ayuda europea” para conseguir extinguir estos incendios avivados por los fuertes ráfagas de viento, anunció a la AFP el director general de la Seguridad Civil, el prefecto Jacques Witowski.
El martes por la tarde, un primer avión prestado por Italia llegó a Córcega proveniente de Génova, anunció la prefectura en Twitter.
En total, 19 aviones, incluyendo 10 aviones cisterna Canadair, siete Tracker y dos Dash – gran avión cisterna- y más de 2.000 bomberos han sido movilizados hasta ahora para apagar las llamas.
Un sindicato de pilotos de Canadair denunció el martes “la falta de piezas de repuesto” que impide poner en marcha todos los aparatos necesarios.
El ministro del Interior, Gérard Collomb, en desplazamiento a Córcega el martes, anunció el pedido de seis aviones cisterna de tipo Dash para luchar contra los fuegos.
Al menos siete bomberos resultaron heridos leves y otro sufrió quemaduras de segundo grado, mientras que 15 policías resultaron ligeramente intoxicados por el humo, según fuentes policiales y de la prefectura.
En el terreno, la región de Var seguía siendo “la más complicada”, con fuertes vientos que no cesaban, anunció el prefecto de la región Provenza-Alpes-Costa Azul, Stéphane Bouillon.
En esta región, aún hay activos dos incendios a 80 km de distancia, en La Croix Valmer, cerca del prestigioso balneario de Saint-Tropez, y más al este, del lado de Artigues y de Saint-Maximin.
En La Croix Valmer, el fuego provocó una “verdadera catástrofe ecológica”, se lamentó René Carandante, adjunto del alcalde, pero “dejó de extenderse”, se alegró François Barety, responsable del mando en la zona, añadiendo que “ya no hay viviendas directamente amenazadas”.
En el norte de Córcega las imágenes de los incendios eran impactantes, con las llamas avanzando a toda velocidad sobre un paisaje de chaparrales típico de la isla, amenazando a las viviendas, y los bomberos y la policía por todas partes para realizar las labores de rescate.
‘Efectos combinados’
El martes, aunque aún había zonas “activas”, el incendio no avanzaba y la situación se había calmado relativamente.
Al sur de Aviñón, en el Luberon, el fuego estaba controlado, aunque seguía activo, según la prefectura. Los bomberos trabajaron toda la noche, especialmente para proteger un pueblo amenazado.
No muy lejos de Niza, más al sureste, en el municipio de Carros, donde se quemaron 80 hectáreas el lunes, el alcalde Charles Scibetta descubrió el martes “un paisaje lunar”.
Según un balance provisional de las autoridades, se quemaron 1.800 hectáreas en el norte de Córcega, 865 en el Luberon, 500 en La Croix Valmer, y 850 en Artigues, al oeste de Var.
“Toda Francia está movilizada”, aseguró a la radio France Info el número dos de los bomberos de Francia, Grégory Allione, añadiendo que llegaron refuerzos “de Alsacia y Lorena (noreste), de la región lionesa (centroeste) y del sudoeste”.
Por el momento, se desconocen las causas de estos incendios.
Según Allione “hay dos efectos combinados” para explicar la virulencia de los fuegos. “Una sequía que se repite año tras año” y “condiciones de viento desastrosas”.
En este contexto, hizo un llamamiento a los habitantes para “tener en cuenta que en el Mediterráneo, en Provenza, en Córcega, hay que tener una actitud ciudadana: no hacer fuego, no fumar, no hacer barbacoas, no hacer obras en los bosques”.
A mediados de julio en la región de Marsella (sureste), un incendio, probablemente causado por una colilla de cigarrillo, arrasó 800 hectáreas de terreno.