Derroche sonoro desde el Caribe

San Juan, Puerto Rico .- Educado en su natal Santo Domingo y en Nueva York -donde obtuvo una Maestría en Piano de Manhattan School of Music al mismo tiempo que se formaba en las disciplinas de Composición y Dirección Orquestal en la prestigiosa escuela Juilliard?, José Antonio Molina Miniño, también arreglista y productor musical de alto vuelo internacional, está sin duda entre los músicos más versátiles que haya producido la región del Caribe y quizás el mundo.

Este extraordinario ser humano ha brillado con luz propia a través del tiempo en el firmamento de la industria del entretenimiento como colaborador y amigo entrañable de los grandes tenores Luciano Pavarotti y José Carreras; de jazzistas de referencia como Paquito D’Rivera, Gonzalo Rubalcaba y Arturo Sandoval; así como de megaestrellas de la música popular como Gloria y Emilio Estefan, Eric Clapton y Sting.

Viajamos de San Juan a la República Dominicana el pasado 24 de mayo para ser testigo de primera fila de los dos conciertos de cierre de la undécima edición del Festival Musical de Santo Domingo -cuyo nuevo director artístico es el maestro Molina-, un evento bianual que produce la Fundación Sinfonía.

Esa misma noche se presentaba en la Sala Principal Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito, la gloriosa “Sinfonía Núm. 9 en Re menor, ‘Coral’ Op. 125”, la obra cumbre del catálogo que el genio de Viena nacido en Alemania, Ludwig van Beethoven, legara para disfrute de toda la humanidad.

El auténtico deseo de intercambio cultural y la chispeante generosidad de estos artistas dominicanos liderados por el maestro Molina Miniño hizo que todos los que vivimos la experiencia ahora seamos mejores personas y mejores músicos. En mí se cristalizó una nueva forma de entender el Caribe.

El último evento del sábado 28 fue un Gran Concierto de Gala al aire libre, donde se presentaron temas populares arreglados para orquesta sinfónica, auspiciado por el Congreso Nacional de la República y el Patronato del Centro de los Héroes, en conmemoración del bicentenario del nacimiento de los padres fundadores de la patria, Duarte, Sánchez y Mella.

Al día siguiente, en el aeropuerto de Santo Domingo, me encontré al cantautor Danny Rivera, quien en 1995 me concedió el privilegio de ser su director musical.

Danny me dijo que había compartido con la profesora Josefina Miniño, ícono del folklore dominicano y figura fundamental de la televisión cultural. Me quedé con las ganas de saludarla y agradecerle haber abierto la puerta para hacer posible esta inmersión en el universo musical dominicano.

Esta secuencia “casual” de encuentros caribeños con lo mejor de la música y cultura de la región -más allá de los de los bloqueos y los boicots; de los prejuicios xenofóbicos y racistas; en fin, del asfixiante insularismo- aún me produce alegría.

Fuente: Listín Diario

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