Vitales noches del Ramadán llenan las calles de El Cairo

EL CAIRO. Son las siete de la tarde, el calor pegajoso del día da paso a otro atardecer en El Cairo y el muecín llama a la oración, lo cual marca el momento para los musulmanes cuando pueden tomar el “iftar” -desayuno- en las distintas mesas comunales repartidas por toda la ciudad.

Es la única hora del día en la que las calles cairotas, que son famosas por su tráfico abrumador y su hiperactividad, se quedan vacías y tranquilas durante el mes sagrado de ramadán, en el cual los fieles se abstienen durante las horas diurnas de comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales.

Pero esta es tan sólo la calma que precede la tormenta: poco después, los egipcios llenan las calles, plazas y lugares de ocio con sus conversaciones y risas hasta altas horas de la madrugada.

El ramadán marca la fecha en la que Alá comenzó a revelarle el Corán, el libro sagrado del islam, al profeta Mahoma y desde entonces es el mes santo para los musulmanes, que en estas fechas deben dedicar más tiempo a la oración y a la vida espiritual.

Después de un largo día de ayuno, muchos acuden a la mezquita a realizar el rezo del “tarawih”, pero la mayoría se echa a las calles a disfrutar de las horas nocturnas, en las que se concentran todas las actividades.

Las noches de ramadán cairotas son célebres por su ambiente festivo, y uno de los lugares más concurridos es el zoco de Jan al Jalil, situado en la zona antigua de la ciudad, donde es tradición acudir en estas fechas señaladas.

En el zoco y en las calles de los alrededores hay puestos de especias, vegetales, animales, joyas y tejidos, y en medio de la muchedumbre, si se mira hacia arriba, se pueden ver los minaretes de las mezquitas de la época fatimí y otros monumentos.

La actividad se concentra en torno a la mezquita de Al Huseín, engalanada para la ocasión con luces de colores y con una carpa de ramadán adyacente para celebrar los rituales religiosos.

Las familias pasean, así como grupos de jóvenes que disfrutan del animado ambiente, mientras los vendedores ambulantes se abren paso como pueden pregonando sus mercancías y algunos músicos tocan con sus laúdes una rápida melodía acompañada del ritmo de los tambores.

“Este año hay mucha gente, más que el año pasado. La gente viene a disfrutar del ambiente de Al Huseín y a tomar el ‘suhur’ (la última comida antes de que salga el sol) sobre todo, pero también el ‘iftar’” dice a Efe Mohamed, camarero en uno de los establecimientos de la plaza que lleva el mismo nombre que la mezquita.

Otro de los puntos más frecuentados es el puente de Qasr al Nil, donde se puede disfrutar de la brisa y de las vistas del río Nilo, por donde navegan barcos iluminados y con música elevada, que ofrecen paseos nocturnos por unas pocas libras egipcias.

Hay quien elige pasear en carrozas tiradas por caballos o en motocicleta, y todos aprovechan la ocasión para sacarse fotos con amigos y parientes.

Uno de los jóvenes, de nombre Ali, pasea con su familia y asegura que siempre acuden a este puente en verano, pero “en ramadán más”, porque las noches se alargan hasta el amanecer, incluso para los niños y para aquellos que al día siguiente tienen que trabajar.

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