WASHINGTON. La deuda de los hogares estadounidenses ha alcanzado un récord en los tres primeros meses de este año, superando la marca anterior del 2008, cuando la crisis financiera arruinó la economía al llevarla a una profunda recesión.
Los estadounidenses han pedido más préstamos en los últimos tres años, pero la naturaleza de sus deudas ha cambiado desde la recesión. Préstamos estudiantiles y créditos para automóviles representan una gran parte de las deudas de cada hogar, mientras que los préstamos hipotecarios -el epicentro de la crisis financiera- y las tarjetas de crédito siguen por debajo de los niveles previos a la recesión. Esos cambios indican que los hogares todavía están cautelosos sobre endeudarse para sus gastos del día a día.
El Banco de la Reserva Federal de Nueva York dijo el miércoles que la deuda de los hogares, que también incluye líneas de crédito avalados por viviendas, fue de 12,73 billones de dólares en el primer trimestre. Eso es más que la deuda de 12,68 billones registrada en el otoño del 2008, el récord anterior. La cifra no está ajustada a la inflación ni al crecimiento demográfico.
Pero incluso con niveles de deuda que de nuevo rompen récords, los analistas ven que los préstamos de cada hogar ahora parecen más sostenibles que hace casi una década. Las tasas de interés son más bajas, y los prestamistas están más enfocados en individuos con buen crédito.
“Este nivel récord de deuda no es motivo de celebración ni de alarma”, dijo Donghoon Lee, investigador de la Fed de Nueva York. “La deuda y los prestatarios son muy diferentes ahora”.
Si se mide como porcentaje de la economía estadounidense en general, la deuda privada todavía es menor que en el 2008. Ahora es equivalente al 67% de la economía, en comparación con 85% hace nueve años.
Los estadounidenses también parecen poder manejar mejor los préstamos que han asumido. El porcentaje de toda la deuda privada que está muy morosa -que no hecho pagos en 90 o más días- es de 3,4%. Eso es un declive en comparación al punto más alto de 8,7% alcanzado después de la recesión, a principios del 2010.
Solo 203.000 estadounidenses se declararon en bancarrota en los primeros tres meses de este año, la menor cantidad en los 18 años que la Fed de Nueva York lleva recolectando esta información.