LIMA (AP) — Los 31 prisioneros españoles que purgaron durante varios años parte de su condena en Perú por tratar de sacar droga hacia Europa llegaron la tarde del jueves al aeropuerto internacional de Lima para volar hacia Madrid en un avión fletado por el gobierno español para culminar su sentencia en cárceles españolas.
La ministra de Justicia de Perú, Marisol Pérez-Tello, dijo a la prensa que los 31 españoles de ambos sexos “van a ir a cumplir su condena pero a su país y eso cumple un rol humanitario y que facilita la resocialización porque la cercanía a la familia genera un vínculo que detona los cambios conductuales”.
Los prisioneros llegaron al aeropuerto —donde años atrás fueron detenidos con droga, encarcelados y sentenciados— en un bus de la agencia estatal penitenciaria y con grilletes en ambas manos esperaron su partida mientras conversaban y se secaban el sudor del rostro provocado por el verano local.
El embajador español en Lima, Ernesto de Zulueta, dijo que es la primera vez que se realiza un traslado tan grande de presos españoles desde el extranjero y agradeció el trabajo del ministerio de Justicia peruano. Ambos se despidieron de los reos con un abrazo y un beso.
Los españoles han esperado por años terminar de cumplir su condena en España debido a que existen leyes bilaterales que lo permiten, pero que nunca se ejecutaron por “falta de voluntad política”, dijo en la víspera a The Associated Pree la ministra peruana Pérez-Tello. En las cárceles peruanas existe un hacinamiento de 132%.
Pedro Cuevas Bolea, preso en Lima desde 2010 por intentar sacar un kilo de cocaína del país dice que “se comió” seis años y cuatro meses intentando que su condena se cumpliera en España. Ahora que sólo le faltan cuatro meses más para completar su sentencia y ser libre. Dice que se siente contento porque al fin logrará viajar para ver a su madre de 85 años y a sus cinco hermanas.
“Nadie me visitó en Perú. No quise que lo hagan porque es un viaje muy costoso y estos últimos días cuento las horas. Anoche me desperté a las cuatro de la mañana y no pude coger el sueño”, dice Cuevas, un obrero maquinista de cajas de cartón de 50 años que antes de ser apresado vivía en Ciutat Meridiana, el barrio más pobre de Barcelona.
Ángel López, otro preso que también viaja a España para culminar cuatro años de su sentencia, afirma que en los últimos ocho años vio morir en cárceles peruanas a más de una decena de reos españoles, varios con hepatitis y otros deprimidos por la falta de visitas. Los presos llegarán a la cárcel madrileña Soto del Real para luego ser derivados a otras prisiones.
The Associated Press fue uno de los pocos medios que hablaron el miércoles con los presos antes de su vuelo a Madrid.
La ministra de justicia peruana también indicó que serán trasladados otros 19 exreos españoles que viven en la capital de Perú en situación de indigencia y no pueden comprarse un boleto de retorno.
En Perú la mayoría de convictos extranjeros europeos son de España y todos cumplen penas por tráfico ilícito de drogas. Hasta diciembre de 2016, había 216 españoles encarcelados en el país andino, la mayoría en Lima. Según la agencia antidrogas estadounidense DEA, Perú es el segundo productor mundial de cocaína y la mayoría va a Europa e ingresa por España.
Los presos vivían en barrios españoles pobres. Muchos estaban desempleados o arruinados, situación que aprovechan las firmas de narcos que los usan como carne de cañón.
Laura Zerolo, una viuda de 53 años y madre de dos hijos que fue atrapada con dos kilos de cocaína y sentenciada a ocho años y seis meses, es consciente de ello: “nosotros somos las utilizadas, lo más bajo. Busquen a los grandes, a esos cáiganles, pero si quieren realmente acabar con la droga legalícenla porque la prohibición la hace más interesante”.
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