MOGADISCIO. El secretario general de la ONU, António Guterres, hizo hoy una visita “de emergencia” a Somalia desde donde urgió a actuar de inmediato para evitar que la grave sequía que afecta al país derive en una nueva hambruna como la ocurrida en 2011, cuando murieron unas 250.000 personas.
“El mundo necesita actuar ahora para evitar una crisis humanitaria”, alertó Guterres durante un viaje no anunciado al país africano para abordar la crisis por la que 6,2 millones de somalís -más de la mitad del total de la población- necesitan ayuda humanitaria.
Tras su llegada a Mogadiscio, la capital, Guterres mantuvo un breve encuentro con el nuevo presidente nacional, Mohamed Abdullahi “Farmaajo”, quien manifestó la necesidad de que la comunidad internacional ayude a su gobierno para evitar una hambruna “inminente”.
“Este es un momento de tragedia, pero también es un momento de esperanza con un nuevo gobierno somalí que está preparado para actuar”, dijo Guterres, que precisó que se necesitan 825 millones de dólares para paliar las consecuencias de la sequía registrada en los últimos meses.
La escasez de agua ha provocado un aumento de su precio y las comunidades se han visto obligadas a recurrir a fuentes de aguas peligrosas que han aumentado el riesgo de contraer enfermedades como el cólera y la diarrea.
En lo que va de año, al menos 196 personas han muerto por este tipo de enfermedades, especialmente en el sur del país, mientras que más de 7, 900 personas se han visto afectadas por el nuevo brote de cólera, según la ONU.
Guterres también se trasladó a Baidoa, la capital de la región de Bay, una de las más afectadas por la sequía y donde la semana pasada murieron 110 personas en solo 48 horas debido a la escasez de agua y las enfermedades agudas.
Allí, el mandatario se reunió con las autoridades locales y visitó un campo de desplazados internos para conocer de cerca la situación de los somalís que han tenido que abandonar sus hogares debido a esta crisis.
Las autoridades han alertado de que la situación empeora cada día en la región, donde el mayor desafío es la restricción del acceso de la ayuda humanitario debido a la presencia del grupo yihadista Al Shabab, que controla amplias zonas del sur y centro del país.
Por su parte, el jefe humanitario de Naciones Unidas, Stephen O’Brien, aprovechó la visita para reunirse con las agencias humanitarias desplegadas en el país para trazar un plan de respuesta urgente.
Además, pidió a las autoridades que intensifiquen sus esfuerzos para facilitar un mayor acceso humanitario a las zonas afectadas.
Según la ONU, unos 3 millones de somalís estarán en situación de emergencia alimentaria en junio de 2017 y unos 950.000 niños menores de cinco años sufrirán malnutrición aguda este año, de los cuales 185.000 morirán si no reciben tratamiento médico inmediato.
Por eso, organismos internacionales temen que esta grave situación desemboque en una nueva hambruna como ocurrió en 2011, cuando unas 250.000 personas murieron, más de la mitad de ellos menores de cinco años.
Los países de la región también han alertado de que una nueva hambruna podría empeorar la situación de Somalia, que acaba de culminar su proceso más democrático en 47 años y donde la amenaza yihadista y los enfrentamientos interétnicos por los recursos causan numerosos conflictos.
Somalia, que culminó en febrero su proceso electoral más democrático en los últimos 47 años, carecía de un gobierno efectivo desde la caída del dictador Siad Barré en 1991, que dejó al país en manos de milicias radicales islámicas, “señores de la guerra” y bandas de delincuentes armados.