Colombia .- El frío tenía a todo el equipo de filmación de Papita, maní, tostón 2 con suéteres, sin embargo, sus integrantes no paraban de correr de un lado al otro en una casa en La Pastora. Venía la pausa para cenar y Juliette Pardau (Caracas, 1986), Julissa en la película de Luis Carlos Hueck.
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La actriz venezolana tiene dos años y medio viviendo en Colombia y casi no participa en la secuela de la historia de amor entre una magallanera y un caraquista, pero tanto fue su empeño como el de Hueck que usó el mes y medio que tenía de vacaciones para venir a Caracas y decir presente en el filme. “Ayer rodamos hasta las 3 de la mañana y hoy lo haremos de nuevo. Ha sido duro, pero yo creo que, con el favor de Dios, lo vamos a lograr”, dice una Juliette que a ratos se le escapa un suave acento bogotano.
-¿De qué va la segunda parte de Papita, maní, tostón?
-Los que vieron la primera saben que Julissa y Andrés vienen de mundos muy distintos, de hecho, cierra con el matrimonio de ellos dos, así que cuando se planteó la idea de hacer una segunda parte pensamos en recorrer todos esos lugares en los que esas diferencias empiezan a hacerse muchísimo más evidentes y en ellas se regodea el director y guionista de esta historia, Luis Carlos Hueck; los amigos de Andrés, la familia de Julissa, el cumpleaños del niño, la cena de Navidad. A uno le puede parecer simpático el amigo loquito del esposo, pero cuando te toca lidiar con él en todos los eventos, empiezan a surgir otras situaciones cómicas.
-¿Y ya tiene definida su simpatía deportiva?
-No, en eso está. Él se dio cuenta de que sus papás tienen una rivalidad muy marcada que no se ha dosificado con el tiempo, juega con eso, los usa y los tiene contentos a los dos.
-¿Cuál es el mayor cambio que experimenta su personaje en esta secuela?
-Que empieza a salir la verdadera mujer. En la primera es la princesa que se enamora, todo le parecía atractivo, exótico, sus gustos, su vocabulario, su comportamiento. Ahora vamos a ver una mujer que se enfrenta a situaciones que parten del hecho de que ya no vive en su lugar de origen y sufre una cantidad de cambios que van a ser divertidos para el espectador, pero que para ella son un giro de 180 grados en su vida.
-¿Es cierto que Julissa pierde la memoria?
-Tiene una laguna mental que dura buena parte de la película, producto del accidente que tuvo en la primera, pero no se olvida de las personas, recuerda quién es Andrés, sólo que no sabe la historia que tiene con él, se quedó en un punto de su vida.
-¿Qué la hace regresar a Papita, maní, tostón?
-Yo me enamoré de Papita cuando la película se estrenó y la gente nos empezó a decir: “Gracias por ese mensaje de unión, sí es posible entender las diferencias”. Cuando la hicimos, nosotros tuvimos una visión muy light, no nos percatamos del subtexto y la gente le dio una lectura muy distinta a la que le dimos nosotros, ahí entendimos que la película retrataba la venezolanidad, nos pasa lo que nos está pasando y lo entendemos a nuestra manera, con nuestros chistes, con nuestros memes. Ahí fue cuando me terminé de enganchar.
-¿Cómo ha hecho en la filmación con su nuevo acento?
-A mí siempre me pareció una tontería y fíjate, me pasó. Me digo: “Tengo que meterme en la camisa de Julissa” porque no es colombiana, sino que no se sabe de dónde es, si caraqueña o de Mérida y estoy súper pendiente, mis compañeros, Luis Carlos, me dicen: “Vamos a grabar de nuevo porque se te salió un cantaíto”. Hemos estado cuidando ese detalle. Eso ha sido lo más difícil, caraqueñizar el acento porque estaba neutro. En 2016, me tocó hacer de mexicana y de colombiana, así que estoy con los cinco sentidos en escena, alerta.
-¿Qué hace en Colombia?
-Estoy haciendo dos seriados, uno sobre la vida de un famoso narcotraficante latinoamericano del cual no puedo decir el nombre por temas de derecho, es una coproducción de Univisión y Dynamo. Y el otro se llama La nocturna y es una producción de Caracol, con quienes ya trabajé el año pasado haciendo El tesoro. Me gusta porque en ella no soy tan buena como he sido en la mayoría de mis personajes y si te pones a ver, tiene lógica porque la gente que lo ha fregado a uno en la vida no tiene cara de que lo va a hacer. Así empieza el 2017.
-¿Sueña con trabajar en Hollywood o preferiría hacer cine latinoamericano o europeo?
-Decir que no me gustaría llegar a Hollywood sería una gran mentira. Uno quiere hacer lo que le gusta y si eso implica ir a Hollywood, tendré que hacerlo, ¡qué problema! (risas). Sueño más con hacer cine latinoamericano. A mí me encantaría hacer una película con Ricardo Darín, con Javier Bardem, ser dirigida por Álex de la Iglesia, por Emilio Martínez-Lázaro. Si eso me lleva a que me nominen a un Goya o a un Óscar, bendecida y afortunada.
Fuente: Eluniversal.com