La mayoría de robots consiguen sus capacidades de agarre y de sensibilidad táctil a través de medios motorizados, los cuales pueden ser excesivamente voluminosos y rígidos. Unos ingenieros han ideado un modo de que un robot blando pueda sentir lo que toca, de una manera muy parecida a como lo logramos los humanos.
El sistema ideado por el equipo de Robert Shepherd y Huichan Zhao, de la Universidad Cornell en Ithaca, Nueva York, Estados Unidos, se basa en guías de onda ópticas estirables, las cuales actúan como sensores de curvatura, estiramiento y fuerza, en una mano robótica blanda.
Casi todos los robots tienen hoy en día sensores en el exterior del cuerpo que detectan interacciones del entorno con la superficie. Con el nuevo sistema, los sensores están integrados dentro del cuerpo, de manera que detectan fuerzas conforme se transmiten por el cuerpo del robot, de una manera muy semejante a como nosotros y todos los animales superiores sentimos el dolor, por ejemplo.
Cuanto más se deforma la mano protésica por la fuerza recibida, más luz se pierde a través del núcleo. Esa pérdida variable de luz, al ser detectada por un fotodiodo, es lo que permite a la prótesis “sentir” su entorno