El Ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales advirtió que tenemos que acostumbrarnos a afrontar, prepararnos, adaptarnos y desde luego mitigar los cambios extremos del clima.
“Tendremos fluctuaciones entre las sequías y las lluvias extremas, quizás más y mayores huracanes afectándonos y desde luego que también eventos focalizados en regiones de forma inusual”, dijo Francisco Domínguez Brito, durante una charla a estudiantes de la Universidad Tecnológica de Santiago (UTESA), recinto Valverde, Mao.
Agregó que en ese panorama la Línea Noroeste y en particular Mao tienen que ser objeto de una atención especial: “La Tierra entre ríos tendrá picos de ganancia por las bondades de su condición mesopotámica pero también enfrentará amenazas quizás mayores a las que hoy se expone”.
“Para tener una radiografía más cercana y actual de la situación, compartiré con ustedes una información inédita que me ha cedido mi amigo Amadeo Escarramán, investigador del IDIAF, como parte de un proyecto internacional que estudia los efectos del Cambio Climático y el uso de agua en la agricultura: Tan sólo en una Asociación (La Esperanza) las plantaciones de Banano crecieron de 10,000 a 18,000 tareas de 2001 a 2016”, indicó.
Explicó que si sumadas a las 27,000 tareas usadas para el arroz y cantidades similares para el pasto, provocan un estrés hídrico que es más que preocupante.
“De ahí que años como el 2015, algunas juntas de regantes de la provincia alertaron sobre la casi imposibilidad de llevar a cabo las tradicionales plantaciones de cultivos como el arroz, los cuales se autorizó sólo el 70% de lo estimado, bajo mucho temor de que si no mejoraban las lluvias se perdería todo. Lo grave es que precisamente fue el 2015 el año con menor pluviometría en más de 50 años, con apenas 287 mm de precipitaciones registradas. Cuando contrastamos eso con la realidad de un año como este,
en el cual sólo en el mes de noviembre se superó por mucho los niveles de lluvia de todo un año, entonces el análisis es sencillo: debemos adaptarnos a ese tipo de clima extremo”, argumentó.
Advirtió que se hace necesario adaptar y tecnificar los modelos de producción; “Por ejemplo: mientras irrigar una tarea de Banano por inundación consume más de 4,500 metros cúbicos de agua, ese mismo terreno, si se hace por aspersión, consume poco más de 1,500 metros cúbicos de agua y ese dato tan elemental puede ser la diferencia entre la sostenibilidad y la quiebra de un sector tan importante como este”.
Precisó que este desafío amerita entonces un esfuerzo conjunto, con autoridades y la sociedad civil, la ciudadanía y los generadores de riqueza, las universidades, los agricultores, ganaderos, industriales y todo el aparato productivo.
“Debemos comenzar gradualmente a proteger el delicado equilibrio de la naturaleza y los recursos de los que disfrutamos: esto es, reforestar y proteger rigurosamente las cuencas hidrográficas y las nacientes de los ríos; respetar los lechos de los acuíferos de la extracción indiscriminada de agregados: esto dará sus frutos al conservar de mejor modo el agua que fluye por ellos”, dijo.