Las fábricas de EE.UU. se vuelven inteligentes

Estados Unidos .- He aquí una paradoja de la industria manufacturera altamente automatizada de Estados Unidos, cada vez más independiente de la mano de obra humana: aunque es sofisticada, en su mayor parte no es de muy alta tecnología. Imagine una máquina de estampado de metales de una fábrica de autopartes, que puede llegar a tener una vida útil de hasta 40 años.

Ahora piense en la línea de ensamblaje que tiene Samsung Electronics Co. en las afueras de Austin,

No obstante, eso significa que todavía hay una gran oportunidad para utilizar en la industria manufacturera todo el aprendizaje que Silicon Valley ha aplicado, por ejemplo, a la publicidad. “La gente está pensando en aplicar capital de riesgo e innovación tecnológica a cosas que tienen 10 veces el tamaño del mercado publicitario”, dice Jon Sobel, presidente ejecutivo de Sight Machine Inc., que ayuda a las empresas a procesar todos los datos procedentes de sus líneas de ensamblaje. El sector manufacturero mueve anualmente US$12 billones a nivel mundial. El gasto anual en publicidad en todo el mundo es un poco superior al medio billón de dólares.

Incluso General Electric Inc. -que junto con Siemens AG, International Business Machines Corp., Cisco Systems Inc. y otros han sido importantes promotores de la internet industrial en EE.UU.- se ha topado con desafíos para implementar el nuevo proceso en sus propias fábricas.

“Honestamente, una de las cosas en las que trabajamos es cómo podemos conectar nuestros equipos antiguos”, dice Karen Kerr, directora gerente sénior de GE Ventures. El conglomerado tiene cerca de 500 fábricas y su meta para este año es transformar 75 de ellas en fábricas inteligentes y conectadas.

Recientemente usé un reloj inteligente que podría ser un precursor de ese futuro con sensores ubicuos. El Matrix PowerWatch no necesita recargarse. Su fuente de energía es termoeléctrica, es decir que convierte la diferencia de temperatura -que normalmente existe entre un objeto sólido y el aire que lo rodea- en electricidad. Mientras miraba el reloj, la barra de energía crecía despacio; finalmente, el reloj generó 200 microvatios de energía, cosechada directamente de mi calor corporal. Es una cantidad relativamente pequeña, pero suficiente para un reloj inteligente, o para los sensores y transmisores desplegados en fábricas inteligentes.

Fuentes de energía como esta, o los paneles solares o los “piezoeléctricos” -que obtienen energía de las vibraciones-, son clave para incorporar más sensores a nuestro entorno y evitar el costo y el gasto de tiempo que implica tener que cambiar las baterías de los sensores.

Fuente: Lanacion.com

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