Boston (EEUU), (EFE).- Nadie estaba preparado en Boston para sufrir una barrida y eliminación de la Serie Divisional de la Liga Americana que sufrieron los Medias Rojas ante los Indios de Cleveland, pero si para darle el último y merecido “adiós” al toletero dominicano David Ortiz, que puso fin a su brillante carrera.
Nada más que la pelota acabó en el guante del jardinero derecho de los Indios, Lonnie Chisenhall, y sentenciaron el triunfo por 4-3 en el tercer partido de la serie y la barrida, el silencio se apoderó de los 40.000 aficionados que acudieron al Fenway Park, mientras los jugadores de los Indios celebraban su gran triunfo.
Pero poco a poco los fanáticos de los Medias Rojas comenzaron a reaccionar y a dar el grito de ¡Pa-pi!, como cariñosamente se le conocía a Ortiz.
Diez minutos después del último out, cuando la mayoría de los jugadores de los Indios se habían retirado para la fiesta en el camerino visitante, los cánticos de “¡No nos vamos!” y “¡Gracias, Papi!” le obligaron a que Ortiz tuviese que salir al diamante.
Lo hizo, con la clase de siempre, vistiendo una sudadera roja y rostro serio, Ortiz caminó al montículo y empezó a saludar en todas direcciones con su gorra, tocándose el pecho.
Al final esa seriedad por la derrota y eliminación inesperada se fue transformando en tristeza hasta que las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, sencillamente estaba llorando.
Luego explico que había pensado en el joven lanzador de los Marlins de Miami, el cubano José Fernández, de 24 años, su amigo, que murió el pasado mes como consecuencia de un accidente de lancha y más tarde reflexionó de lo que había sido su propia carrera.
“Esta noche, cuando caminé hacia el montículo, me di cuenta de que se había acabado. Era probablemente la última vez que caminaría como pelotero frente a la multitud”, declaró Ortiz. “Y las emociones salieron otra vez”.
“Estoy contento, no sólo por mí o por cómo fue mi carrera, sino por la organización. El paso que dimos, del último lugar a ganar la división este año hace que incluso si las cosas no terminaron como queríamos, nos demos cuenta de que fuimos de ser malos a ser buenos, del día a la noche”, indicó Ortiz.
Tras reiterar que había tenido una temporada de ensueño a pesar de ser la de la despedida, por todo lo que logró en el diamante, y en especial por el cariño que recibió a través de país entero dentro de la familia del béisbol, dijo que estaba tranquilo y convencido que la decisión tomada era la mejor.
“He llegado hasta el punto que mi cuerpo me permitió jugar a gusto, con ilusión, confianza y sobre todo ser eficaz en la ayuda al equipo”, subrayó Ortiz. “Ahora es el momento de comentar otra etapa de mi vida, que confío pueda ser tan hermosa y llena de bendiciones y cosas buenas como las que he disfrutado como pelotero”.
Ortiz destacó que el deporte del béisbol era lo más grande y que siempre había tenido a compañeros y rivales a los apreció por encima de la disputa que pudiese darse en el campo.
“Ese es el mejor regalo que me llevo, el haber respetado a todo el mundo, sentir de verdad que todos formaban parte de una profesión en la que debíamos dar lo mejor dentro y fuera del campo”, agregó Ortiz.EFE