Grove Hill, Alabama .- Una hoja de papel enganchada en una puerta de un juzgado simboliza la rebelión en Alabama, en el conservador Sur Profundo de Estados Unidos, ante la legalización del matrimonio homosexual.
“Entiendo que cinco jueces han privado a los Estados y su gente de definir matrimonio como una unión entre un hombre y una mujer, como han hecho los Estados durante cientos de años”, reza el documento firmado por Valerie Bradford, la juez testamentaria del condado de Clarke, el 26 de junio de 2015, el día en que el Tribunal Supremo legalizó el matrimonio del mismo sexo en EEUU. Bradford explica que, por motivos religiosos, desde febrero del año pasado su oficina dejó de emitir licencias matrimoniales, algo que no está obligada a hacer. “Que Dios sea compasivo con nuestra Nación, sus funcionarios y su gente”, concluye el texto.
Clarke, de 25.000 habitantes en el suroeste de Alabama, es uno de los 11 condados del Estado, sobre 67, que han cerrado sus oficinas de licencias matrimoniales para no tener que autorizar enlaces homosexuales, según la organización Campaña para Igualdad Sureña. Si alguien quiere hacer el trámite para casarse tiene que ir a otro condado.
Renne Luker, secretaria de la oficina de la juez, que tiene un crucifijo en su mostrador, explica que le ha sorprendido que haya habido pocas quejas por la suspensión de las bodas. Cada mes, se emitían entre cinco y diez licencias. Dice que no conoce a ninguna pareja del mismo sexo que quisiera casarse en Grove Hill.
En el centro del pueblo, de 1.500 habitantes y capital de Clarke, el rechazo al matrimonio homosexual es unánime entre los consultados. “Creo en lo que dice la Biblia como la unión de un hombre y una mujer”, señala Linda Litman, de 52 años y que trabaja de administrativa en el juzgado. “Creo que la homosexualidad no es diferente a mentir o robar. Es un pecado”, agrega Litman, que dice que no ha visto a personas homosexuales en el condado. En los alrededores del centro, hay siete iglesias.
Sentado en la terraza de un café, Jeff, un abogado de 33 años, se declara un cristiano del Cinturón Bíblico, la región del sur de EE UU que concentra al mayor número de fieles, y dice que el matrimonio igualitario va en contra del “concepto moral” en que se fundó el país. Lamenta que los homosexuales se “escondan” cuando intentan “imponer” su visión al resto.
El desafío en Alabama no se limita a los condados. En una victoria para los grupos igualitarios, el juez jefe del Tribunal Supremo estatal, Roy Moore, fue suspendido el viernes por una violación ética. Moore pidió en enero a los condados que rechazaran emitir licencias a parejas del mismo sexo. No es su primera polémica: en 2003, fue apartado del cargo por oponerse a retirar de la sede judicial un monumento gigantesco sobre los 10 Mandamientos.
No es inusual el choque en asuntos sociales entre los Estados sureños, y el gobierno y la justicia federal. Sucedió en los años sesenta en Alabama, cuyo gobernador defendía mantener la segregación racial. Para algunos, como el presidente Barack Obama, la lucha por los derechos homosexuales equivale a la de los derechos civiles de los negros hace medio siglo. Mary Jackson, una negra de 62 años que trabaja en una tienda de arte en Grove Hill, la ve una comparación “fuera de contexto”. “Creo firmemente que [el matrimonio igualitario] es un abominación contra Dios”, asegura.
Fuente: EL PAÍS