Si bien la humanidad siempre dejará su huella de carbono sobre la Tierra, debemos continuar encontrando formas de que esta no sea peligrosamente excesiva, y para conseguirlo es vital disminuir el impacto que el consumo de combustibles fósiles tiene contra el medio ambiente.
Las tecnologías de “captura del carbono”, o sea atrapando químicamente el dióxido de carbono (CO2) antes de que sea liberado a la atmósfera, son una de las estrategias en las que se trabaja. El equipo de Lynden Archer y Wajdi Al Sadat, de la Universidad Cornell, en Ithaca, Nueva York, Estados Unidos, ha puesto a punto un método novedoso para capturar ese gas de efecto invernadero y convertirlo en un producto útil, produciendo al mismo tiempo energía eléctrica.
Estos investigadores han desarrollado una célula de combustible de aluminio y dióxido de carbono asistida por oxígeno que utiliza reacciones electroquímicas tanto para secuestrar el CO2 (apresarlo) como para producir electricidad.
La célula propuesta por el grupo usaría aluminio como ánodo y flujos mezclados de dióxido de carbono y oxígeno como ingredientes activos del cátodo. Las reacciones electroquímicas entre el ánodo y el cátodo capturarían el CO2 en compuestos ricos en carbono produciendo a la vez electricidad y un valioso oxalato como subproducto.