Este viernes, ejecutivos desde Tokio a Denver se despertaron con los mercados cambiarios convulsionados, desplomes en las bolsas y debiendo tomar decisiones difíciles tras la resolución de Reino Unido de dejar la Unión Europea, que provocó miedos generalizados sobre el crecimiento económico.
En el propio Reino Unido, una amplia gama de empresas, entre firmas aeroespaciales, farmacéuticas y manufactureros prevén un impacto de largo plazo, ante el desplome de la libra a su nivel más débil desde 1985.
El primer ministro británico David Cameron, que hizo campaña por la permanencia en el bloque, anunció su renuncia. Líderes en Escocia, que habían abogado por la permanencia en el bloque, dijeron que iban a evaluar la realización de un referendo para dejar Reino Unido.
IAG, dueño de British Airways, advirtió que no iba a cumplir con su meta anual de ganancias; automotrices como Ford, que emplea a unas 14.000 personas en Reino Unido, indicaron que el Brexit podría forzarlas a realizar despidos.
“Ford tomará las medidas que sean necesarias para asegurar que nuestro negocio europeo siga siendo competitivo”, dijo la empresa, agregando que aún no había modificado sus planes de inversión.
Quienes abogaban por la salida de Reino Unido de la UE habían dicho que una libra más baja podría ayudar a las exportaciones del país. Pero esa depreciación también va a reducir el valor de las ganancias de las empresas extranjeras en Reino Unido y genera dudas sobre el acceso a los mercados de la UE.
Algunas empresas han señalado su intención de demandar un acuerdo entre Reino Unido y la UE que minimice el daño a sus negocios, y otras tomaron medidas inmediatas.