Santo Domingo .- El pataleo es algo que casi siempre aporta notas de color. Esta es de color gris oscuro. La admirada intérprete Jacqueline Estévez ha puesto un reloj despertador de los viejos, debajo de una cazuela de metal. Y ha gritado a los cuatro vientos que no, que no y que no, que Diomary la Mala, esa muchachita que empezó “el otro día” no merece el Soberano, porque ella lleva más tiempo en el negocio. etc.
Cosa fea esa. Mi querida y admirada Jacqueline, pienso que fuiste mal asesorada, y creo que, siendo honestos, mereciste que Acroarte te hiciera un reconocimiento por tus 33 años de vida artística, celebrados el años pasado.
Pero una cosa no quita la otra. Cuando uno va a concurso de lo que sea, lleva dos fundas: una de ganar y otra de perder. Y no es el jurado quien por lo general yerra (aunque puede darse el caso), sino que otra obra, con otros méritos, son superiores a los de uno en determinada ocasión (tampoco es siempre).
Para mí, Diomary la Mala es lo mejor que le ha sucedido en estos últimos tres años a la canción en este país. No reconocerlo es mezquino. Diomary es dueña de una propuesta impactante, honesta, de altísima calidad artística, con un estilo auténtico, lleno de poesía y una personalidad propia.
Si fuese por aquello de edades y tiempo en el negocio, jamás la ganadora del Oscar a mejor actriz este año hubiese sido Brie Larson, de 27 años, por su rol en La Habitación, quien se midió de tú a tú con Cate Blanchett, Charlotte Rampling, o sus coetáneas Jennifer Lawrence y Saoirse Ronan.
En 1985, por ejemplo, en los Grammy Awards en Best Mexican-American Performance, los nominados fueron: Sheena Easton y Luis Miguel con Me Gustas Tal Como Eres; Roberto Carlos con Cóncavo y Convexo; Raphael con Eternamente Tuyo; Juan Gabriel con Recuerdos II y Yolanda Del Río con Un Amor Especial. ¿Sabes quién ganó el Grammy? Pues el más joven de todos Luis Miguel con Sheena Easton. Ni Roberto Carlo, ni Raphael, ni Juan Gabriel dijeron que no lo merecía.
Con esos principios que esgrimes, mi querida Jacqueline, nunca Malala Yousafzai habría ganado el Premio Nobel de la Paz a los 17 años, lo mismo que Marthin Luther King, la Madre Teresa o Nelson Mandela.
La Mala llegó al país con 10 años en el arte en Estados Unidos y en Puerto Rico, y de inmediato se impuso, gracias a su innegable calidad artística y humana, que le ganó esa ovación en la gala, porque su arte es admirado y respetado. ¡Y era justo! Que Diomary no es Mala. Que hay sitio para todos debajo del sol, querida Jacqueline. Y un premio, pasa.
Fuente: Diario Libre