TORONTO – Richard Jefferson iba de camino al autobús del equipo cuando detuvo sus pasos para asomarse dentro del salón de conferencia provisional. Allí sentados estaba el trío de chicos responsables por la segunda aparición consecutiva de los Cleveland Cavaliers en las Finales de la NBA, especialmente uno a quien todo el mundo cataloga como el mejor jugador del mundo.
Jefferson, quien fichó un contrato por un año en agosto de 2015, estuvo lejos de los micrófonos y bromeaba en voz alta lo agradecido que se sentía por la oportunidad que le habían brindado Kevin Love, Kyrie Irving y LeBron James de ir por su primer anillo.
James, sin mencionar que había clasificado por sexta ocasión consecutiva a las Finales y a la séptima en total de su dilatada trayectoria, entonces lo interceptaba, felicitándolo por su retorno a las Finales después de 13 años cuando Jefferson se encontraba en las primeras dos temporadas de su carrera con los New Jersey Nets.
Jefferson trataba de contextualizar lo que acababa de lograr James, el primero en jugar en seis Finales consecutivas en 50 años, uniéndose a Bob Cousy, Bill Russell, K.C. Jones, Sam Jones, Tom Heinsohn, Satch Sanders, y Frank Ramsey, todos miembros del Salón de la Fama y que formaron parte de los siete campeonatos consecutivos que ganaron los Boston Celtics de 1960 a 1966.
“Es difícil porque a veces no reconoces la grandeza hasta que desaparece y puedes verla desde lejos. Es uno de los más grandes jugadores de todos los tiempos”, afirmaba Jefferson en medio de una celebración que también marcaba su primera aparición en las Finales desde haber participado en la misma en 2002 y 2003, cayendo ante Los Angeles Lakers y San Antonio Spurs, respectivamente.
“Dije que vine a jugar con él. En realidad estaba enojado con mi agente que no me ha dicho que los Cavaliers me habían llamado desde el principio porque sabía que me gustaba la situación de Dallas y esa fue nuestra primera conversación”, continuó el veterano de 35 años de edad al respecto de su situación en el mercado libre el verano pasado. “Los Mavericks me llamaron a las doce en punto. Pero cuando dijo que Cleveland tenía algún interés, dije, ‘¿Qué estamos esperando? ¿Qué estás haciendo?’. Así que ese era el único otro equipo con el que habló o incluso con el que tuve conversaciones”.
Jefferson no erró en su decisión de vestir la misma camiseta con la superestrella que siempre ha generado comparaciones a Michael Jordan, quien marcó la perfección en sus viajes a las Finales con seis anillos y seis premiaciones del galardón del Jugador Más Valioso.
James fue fenomenal en las Finales de la Conferencia Este, promediando 26 puntos, 8.5 rebotes y 6.7 asistencias con una efectividad de 61.4 por ciento desde el campo, y en el proceso, haciéndose cargo de desmantelar en seis juegos a un inexperimentado grupo liderado por el entrenador Dwayne Casey, que también sintió la ira de Jordan y los Bulls como el asistente entrenador de los entonces Seattle Supersonics en 1996.
A pesar de que Toronto había remontado un déficit de 0-2 para empatar la serie a dos partidos por bando, de cara al Juego 6, el coach elogiaba el estado mental que exhibió James en los últimos dos juegos de la serie, permaneciendo calmado mientras que otros podrían haber cedido a la presión.
“¿Esta es su séptima vez luchando para ir a unas Finales? Él lo sabe. Él lo entiende”, apuntó Casey, que como asistente entrenador de los Mavericks en las Finales de 2011 ante el Miami Heat tuvo la suerte de derrotar a James, que entonces sembraba las raíces de seis apariciones consecutivas.
“Además, tiene la capacidad de hacer algo al respecto”, prosiguió el estratega entre risas. “Creo que tiene una oportunidad en esta liga. Recuerdo ir en contra de Jordan en 1996. Tiene ese tipo de mentalidad, el enfoque preciso que tienes que luchar en contra y hay que superar. Ese es el nivel que tienes que alcanzar para derribarlos, a su nivel, porque van a seguir su camino”.
El entrenador Tyronn Lue esperaba por sus chicos en el área de estacionamiento, apreciando lo capaz que James es de dirigir el timón hacia cuatro victorias más y el primer título en la historia de los Cavaliers.
“Él no es sólo un gran jugador. Él es un ganador probado”, indicaba el coach que el 22 de enero tomó las riendas del conjunto tras la despida de David Blatt.
“Siempre ha ganado a lo largo de su carrera, y para ir a seis finales consecutivas es increíble. Se desempeña. Es un gran trabajador y se lo merece”.
Fuente: ESPN DIGITAL