“¡La oración no es una varita mágica! Ésta nos ayuda a conservar la fe en Dios y a confiar en Él incluso cuando no comprendemos su voluntad”, lo dijo el Papa Francisco en la Audiencia General del último miércoles de mayo, donde meditó sobre la oración como fuente de misericordia.
Continuando su ciclo de catequesis sobre la misericordia en la Sagrada Escritura, el Obispo de Roma recordó “que es necesario orar siempre sin desanimarse”; por lo tanto, no se trata de orar algunas veces, solo cuando tengo ganas. No, dice el Papa, Jesús nos enseña que se necesita «orar siempre sin desanimarse».
Comentando la parábola de la “viuda y el juez injusto”, el Santo Padre preciso que este hombre, “era un juez perverso, sin escrúpulos, que no tenía en cuenta a la Ley pero hacia lo que quería”. A él se dirige una viuda para obtener justicia. Las viudas, puntualizó el Pontífice, junto a los huérfanos y a los extranjeros, eran las categorías más débiles de la sociedad. Sus derechos tutelados por la Ley podían ser pisoteados con facilidad porque, siendo personas solas e indefensas, difícilmente podían hacerse valer. “Ante la indiferencia del juez, la viuda recurre a su única arma: continuar insistentemente a fastidiarlo presentándole su pedido de justicia. Y justamente con esta perseverancia alcanza su objetivo”.
De esta parábola, afirma el Sucesor de Pedro, Jesús saca una doble conclusión: si la viuda ha logrado convencer al juez injusto con sus pedidos insistentes, cuanto más Dios, que es Padre bueno y justo, «hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche»; y además no «les hará esperar por mucho tiempo», sino actuará «rápidamente».
Por esto, recuerda el Papa, Jesús exhorta a orar “sin desfallecer”. Todos sentimos momentos de cansancio y de desánimo, sobre todo cuando nuestra oración parece ineficaz. Pero Jesús nos asegura: a diferencia del juez injusto, que Dios escucha rápidamente a sus hijos, aunque si esto no significa que lo haga en los tiempos y en los modos que nosotros quisiéramos. ¡La oración no es una varita mágica! Ésta nos ayuda a conservar la fe en Dios y a confiar en Él incluso cuando no comprendemos su voluntad.
Antes de concluir su catequesis, el Papa Francisco alentó a no desistir en la oración aunque no sea correspondida. ¡Es la oración que conserva la fe, sin ella la fe vacila! Pidamos al Señor, dijo el Papa, una fe que se haga oración incesante, perseverante, como aquella de la viuda de la parábola, una fe que se nutre del deseo de su llegada. Y en la oración experimentamos la compasión de Dios, que como un Padre va al encuentro de sus hijos lleno de amor misericordioso.