Siempre que en el Distrito Nacional caen lluvias considerables, las calles se transforman en anchos mares que evidencian la falta de un sistema de drenaje efectivo; caminar en la ciudad se ha convertido en una hazaña, en la que los transeúntes deben jugárselas entre el tráfico y los hoyos de las aceras que, cuando no están ocupadas por vendedores ambulantes o algún taller, funcionan con parqueos que compensan la poca oferta de estos espacios en un Distrito Nacional cada vez más congestionado de vehículos.
Ese escenario, que el urbanista Erick Dorrejo y muchos ciudadanos califican de caótico, es la herencia que el electo alcalde del Distrito, David Collado, recibirá de Roberto Salcedo, alcalde actual, que aunque implementó algunas iniciativas urbanísticas en los 14 años que tuvo al frente del cabildo, deja una amplia carpeta de temas pendientes.