BRASILIA.- El Senado brasileño dio hoy luz verde al juicio político contra Dilma Rousseff, que será suspendida de la Presidencia del país durante 180 días y sustituida de forma interina por el vicepresidente, Michel Temer, mientras la Cámara define si destituye a la primera mujer que ha llegado al poder en Brasil.
Tras una sesión maratoniana, que se prolongó durante 20 horas y media, la votación fue contundente: 55 se pronunciaron a favor de apartar a Rousseff, 22 en contra y 4 se ausentaron.
Una abultada derrota para Rousseff: bastaba una mayoría simple, 41 senadores sobre los 81 que componen la Cámara Alta para apartarla temporalmente de la Presidencia por un “crimen de responsabilidad”, el maquillaje de las cuentas públicas, una práctica habitual en los gobiernos brasileños de todos los signos políticos y que, a ojos de la Justicia, no constituye un delito.
La oposición logró superar su objetivo de llegar a 54 votos, equivalentes a la mayoría calificada de dos tercios que, una vez que concluya el juicio, será necesaria para que Rousseff sea finalmente destituida.
El Gobierno y el Partido de los Trabajadores (PT) agotaron todas las posibilidades para tratar de frenar el proceso hasta el último minuto recurriendo incluso al Tribunal Supremo, que a primeras horas del miércoles avaló el desarrollo del procedimiento y rechazó un recurso de la Abogacía General del Estado.
No hubo sorpresas durante una jornada en la que sus señorías se ajustaron a sus respectivos guiones y, en la mayoría de los casos, utilizaron sus intervenciones más para justificarse ante su electorado con la vista puesta en las próximas elecciones municipales que para debatir en profundidad las causas que han llevado a la separación de Rousseff del poder.
Sólo los miembros del PT y algunos de sus escasos aliados defendieron a la mandataria e insistieron en calificar de “golpe” la maniobra que ha llevado al hasta hoy vicepresidente Temer a la Presidencia.
El abogado del Estado, José Eduardo Cardozo, insistió en que el “impeachment” carece de sustento legal y advirtió de que con su aprobación “Brasil se transformará en la mayor república bananera del planeta”.
Entre los partidarios del impeachment, durante la sesión se sucedieron las críticas al maquillaje de las cuentas públicas y las encendidas condenas contra la corrupción, aunque sus señorías evitaron mencionar que cerca del 60 por ciento de los senadores tiene cuentas pendientes con la Justicia.
El propio presidente de la Cámara Alta, Renan Calheiros, uno de los protagonistas del impulso al juicio político contra la presidenta, tiene una decena de causas en los tribunales.
Calheiros admitió esta madrugada que el impeachment es “un factor de inestabilidad” y abogó por revisar la ley en el futuro para “garantizar la seguridad jurídica”.
“Cada cual tendrá que responder ante la historia por sus aciertos y errores en este proceso”, dijo antes de dar paso a la votación.
Para el senador Fernando Collor de Mello, quien renunció a la Presidencia en 1992 cuando se enfrentaba a un proceso de destitución por corrupción, que el sistema político “está en ruinas”.
Collor, que renunció antes de ser destituido en medio de un escándalo que sacudió al país pero fue absuelto por la Justicia dos años después, reveló que avisó a Rousseff del proceso que se le venía encima y le ofreció su consejo, pero no fue escuchado.
La decisión del Senado supone la separación automática de Rousseff, a la que se le notificará formalmente en las próximas horas y tendrá que abandonar Planalto, la sede del Ejecutivo.
Se atrincherará en la residencia presidencial, la Alvorada, durante los seis meses que se tomará el Senado para avanzar en el juicio político y definir si la exonera, y la permite volver al cargo, o la destituye.
Consciente de la derrota anunciada en el Senado, Rousseff comenzó el miércoles a desalojar su despacho que hoy mismo ocupará su vicepresidente y nuevo presidente interino.
Temer, que en las últimas semanas ha estado muy ocupado negociando la formación de su Gobierno dando por segura la separación de Rousseff, presentará a su equipo avanzado el día.
La “estrella” del nuevo Gabinete es un viejo conocido de los brasileños, Henrique Meirelles, que fue presidente del Banco Central con el gobierno del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y que ahora tiene el desafío de recuperar la economía del gigante latinoamericano.
Mientras, según una encuesta del Instituto Ipsus, apenas el 14 por ciento de los brasileños se declara optimista sobre el futuro del país, el nivel más bajo en una década. EFE