El declive en el negocio de los teléfonos inteligentes de Apple se ha vuelto evidente.
Los inversores de Apple ya se habían preparado este año para experimentar un fuerte descenso durante un trimestre que representaría la primera caída en ventas del iPhone.
Sin embargo, ahora tendrán que acostumbrarse a la idea de que la severa caída continuará, por lo menos, durante dos trimestres. Y mientras más tiempo consuma Apple esforzándose por revivir la fortuna de su producto dominante, mayores serán las preocupaciones de que los días gloriosos de crecimiento del iPhone se han terminado.
La magnitud de la depresión en el crucial negocio de los teléfonos inteligentes de Apple se hizo evidente el martes, cuando la compañía reportó resultados más débiles de lo esperado durante el primer trimestre de este año y emitió un pronóstico pesimista para el segundo.
En vez de iniciarse una recuperación constante durante el actual trimestre, pareciera que ahora las ventas de unidades de iPhone pudieran estar en camino hacia una reducción aún mayor que la de los tres primeros meses, durante los cuales cayeron un 16 por ciento interanual.
La noticia hizo que el precio de las acciones de Apple cayera más de un 5 por ciento el miércoles por la mañana.
No importó que los ejecutivos de Apple insistieran en que la debilidad en el pronóstico era, en parte, resultado de un ajuste de inventario equivalente a US$2 mil millones que va a enmascarar la probable solidez de la demanda por parte de los consumidores. A sólo US$41-43 mil millones, el pronóstico de los ingresos de Apple para el trimestre que termina en junio estuvo lo suficientemente por debajo de las expectativas de Wall Street — que auguraba US$47 mil millones — para influenciar negativamente al mercado, resultando en una reducción de un 8 por ciento en el precio de las acciones de la compañía durante las operaciones después del cierre de los mercados.
Las cifras enfatizaron lo que ya era evidente: Apple está viviendo en la sombra de su pasado éxito. El aumento de las ventas tras el lanzamiento del iPhone 6, el cual comenzó en septiembre de 2014, ha dejado un agudo malestar. Y cuanto más tiempo pase, mayor será la presión para que Apple demuestre que todavía puede provocar nuevo entusiasmo por su línea de productos de teléfonos inteligentes cuando llegue el momento de develar el iPhone 7 a finales de este año.
Según los ejecutivos de Apple, sin embargo, no hay nada nuevo en el actual ciclo del producto del iPhone.
Según el director ejecutivo Tim Cook, la pausa es muy similar a la que se experimentó hace dos años. En aquel entonces, Apple tuvo un año — después de haber tenido una revisión significativa del iPhone — durante el que se produjeron menos cambios. Por lo menos, la tasa de actualización por parte de los clientes del iPhone es mejor de lo que era en aquel entonces, y la imagen subyacente se mantiene saludable, insistió el Sr. Cook durante una conferencia telefónica con analistas.
El Sr. Cook también desestimó las indicaciones de que Apple estaba pasando de ser una empresa en crecimiento a una empresa madura. Cuando se le preguntó si la desaceleración significaba que era hora de reconsiderar la posición de la compañía en el mundo de la tecnología, él contestó con vehemencia: “Esto también pasará”.
Pero había suficientes indicaciones en las últimas ganancias como para que los inversores sintieran aprensión.
Una de ellas fue la caída en el segmento de la Gran China de Apple, hasta hace poco su más dinámica fuente de crecimiento. A pesar de que representa sólo el 25 por ciento de las ventas totales, la región fue responsable del 60 por ciento de la disminución de los ingresos durante el primer trimestre. De acuerdo con el Sr. Cook, sin embargo, China continental estaba en una mejor posición de la que sugerían esas cifras, con una demanda final que sólo disminuyó en un 5 por ciento después de un ajuste de inventario. El declive regional mayor, él agregó, fue ocasionado por menores ventas en Hong Kong, un resultado, según dijo, de la reducción en las compras por parte de los turistas.
La disminución considerable en los precios globales del iPhone también ha contribuido a la inquietud de Wall Street. Con clientes que prefieren modelos más baratos y menos recientes en vez del último teléfono insignia, el precio de venta promedio se redujo en una cantidad de US$49 en tres meses para terminar en US$642.
Se espera que los precios experimenten todavía más presión durante el actual trimestre tras el lanzamiento del iPhone SE, un dispositivo más barato — con una pequeña pantalla de cuatro pulgadas — diseñado para ampliar el alcance de Apple en el mercado de teléfonos inteligentes.
Si las ventas del iPhone han estado decayendo este año, entonces ha habido poco para compensar la diferencia. Los otros productos de hardware de Apple también obtuvieron débiles resultados durante el más reciente período. El iPad continuó su descenso, con las ventas de unidades disminuyendo un 19 por ciento en comparación con el año anterior; y los ingresos del segmento de “otros productos” de la compañía cayeron a la mitad en comparación con los tres meses anteriores, lo que sugiere una significativa disminución de las ventas del Apple Watch.
En aparente confirmación, el Sr. Cook dijo que las ventas del Apple Watch parecían ser de temporada, como las del iPod, las cuales produjeron el 40 por ciento de sus ventas anuales durante el último trimestre del año.
Incluso las ventas de unidades de computadoras Mac — las cuales se habían mantenido firmes durante una caída más amplia de la demanda de computadoras personales — cayeron un 12 por ciento.
El segmento de servicios de Apple representó el único punto positivo. Hace tres meses, la mayoría de los analistas prestaron poca atención cuando Apple discutió el potencial de su división de servicios. Más bien, se consideró como una indicación de que la empresa estaba intentando desviar la atención de la caída del iPhone.
Dado que el iPhone sigue representando dos tercios de las ventas totales, es probable que el destino del teléfono inteligente domine la atención de Wall Street durante un largo tiempo.
Por Richard Waters, (c) 2016 The Financial Times Ltd. All rights reserved